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#LaPeorMamá Las reglas: ¿están hechas para romperse?
Foto de Archivo

¿Cuántas veces he escuchado eso de que las reglas están hechas para romperse?

Creo que muchas más de las que me gustaría.

Y es que cada vez veo con más frecuencia que es algo a lo que estamos acostumbrados. Hemos normalizado el romper cualquier regla que existe.

Supongo que algo tiene que ver con el país, la formación, y un millón de cosas más. Lo que no puedo entender es que al parecer, nadie se dé cuenta de cuánto daño hace esto en la formación de los hijos.

El reglamento de la escuela de mis hijos pide tenis blancos.

Pero no se preocupen. En kínder somos un poco más flexibles. Si quieren los pueden traer negros o rosas.

Yo me pregunto: Entonces, ¿para qué lo ponen en el reglamento?

Eso sí, en cuanto entran a primaria y llevan tenis con una raya de color hay un recordatorio. ¿Cómo le explico a mis hijos que ahora sí se tiene que cumplir la regla?, ¿solo porque ya crecieron?

Cada vez que salgo de mi casa, que es la de todos ustedes, me toca ver mínimo un coche en sentido contrario, o uno que se pasa el alto, alguno que se da una vuelta prohibida o, mi favorita, uno que no le da la vuelta a la glorieta (o rotonda) para ahorrarse medio metro, que también contaría como sentido contrario.

Y esto, ¿por qué? ¿Por qué nadie los ve? ¿Por qué no hay consecuencias? ¿Porque pueden?

Pero luego están cuestionando a sus hijos porque no estudian. Y castigándolos porque su única obligación es sacar buenas calificaciones y no lo hacen.

Bueno llévate el juguete a la escuela pero que nadie lo vea porque te lo van a quitar.

La regla dice que no se pueden llevar juguetes a la escuela. ¿Por qué les permitimos hacerlo?

Ah, pero no vayan a llegar con una nota de que copió en el examen o sacó acordeón porque así le irá al pobre chamaco.

También hay quienes se dedican a acusar a instituciones de discriminación por no dejar que sus hijos lleven, por ejemplo, el cabello largo. Cuando el reglamento claramente establece que no pueden llevarlo de esa manera. ¿Son anticuadas? Puede ser que sí, pero en ese caso podemos elegir algo diferente.

Me van a decir que soy una exagerada. Y puede que sí lo sea, pero lo prefiero mil veces; porque para mí es muy importante que mis hijos aprendan a seguir las reglas. Están hechas por y para algo. Por más absurdas que nos parezcan a veces.

Como ya he comentado en varias ocasiones: nosotros somos el ejemplo de nuestros hijos. Ellos van a copiar lo que ven en sus papás y no puedo más que pensar que, aquellas personas que rompen las reglas quieren tener hijos rebeldes. Pero claro, ¡a mí que me obedezcan!

La confusión que le genero a mis hijos rompiendo las reglas y exigiéndoles que ellos las cumplan es muy grande. Ellos se dan cuenta perfectamente bien de que no existe coherencia entre mi hablar y mi actuar y por supuesto que eventualmente elegirán lo que más les convenga y en muchas ocasiones será no cumplir con lo establecido porque así fueron enseñados.

Habrá quien me diga, solo lo hago cuando mis hijos no me ven. ¿No les parece algo hipócrita?

Y no, el objetivo de mi texto no es invitarlos a que se apeguen a las reglas, cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana. Libre albedrío, le llaman. Pero sí quiero invitarlos a reflexionar si ese es el tipo de hijos que quieren criar. Si prefieren tener hijos que no sepan seguir reglas y hagan, como le dicen las abuelas, su santa voluntad. “Qué desobedientes niños”. ¿Por qué será?

En fin. Todo esto lo pensé estando formada para recoger a mis hijos. La fila se corta por una intersección. Yo, respetando el paso de los coches que vienen por la calle perpendicular me paré donde comienza el siguiente camellón. La regla indica que ahí me debo parar y los que vayan llegando se deben formar detrás de mí. Y cuatro, sí, cuatro coches se metieron en la fila.

¿Me enojé? Pues la verdad sí, porque fue una falta de respeto para mí y los ocho o diez coches que estaban formados atrás de mí. Pero me hizo pensar, ¿qué otras reglas romperán esas personas? Y, sobre todo, ¿qué le dirán a sus hijos si los cuestionan sobre ello?

En fin, la crianza de nuestros hijos es algo muy personal y somos libres de hacer lo que se nos antoje. Yo solo estaba filosofando un rato.

Gracias por leer

#LaPeorMamá