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La historia del primer árbol de Navidad que llegó a México

Aunque los mexicas ya tenían costumbres que, curiosamente, empataban con las mismas fechas, la Navidad en México empezó a celebrarse tras la llegada de los españoles.

Tradiciones como el “nacimiento”, fueron usadas especialmente para evangelizar a la población mexicana, acompañados de representaciones teatrales, como las pastorelas, y cánticos similares a los villancicos.

Así, durante varios años, esas fueron las tradiciones navideñas mexicanas, además de las posadas y las piñatas (que también eran herramientas para evangelizar), pero a mediados del siglo 19 llegó otra costumbre proveniente de Europa y que, hasta varias décadas después, fue bien recibida por la población: el árbol de Navidad.

El Segundo Imperio

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Foto de internet

En 1863, tras la segunda intervención francesa, se decidió que México tendría nuevamente un gobierno imperial, por lo que Napoleón III, emperador de Francia y último monarca de ese país, nombró al archiduque Maximiliano de Austria, como emperador de los mexicanos.

Así surgió el “Segundo Imperio Mexicano” y, en mayo de 1864, Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (o simplemente “Maximiliano de Habsburgo”) llegó a Veracruz en compañía de su esposa María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo-Saalfeld y Borbón-Orléans (mejor conocida en la historia de México como “Carlota”).

De inmediato, la pareja formada por Maximiliano y Carlota, proveniente de Austria, se transportó a la Ciudad de México y decidió instalarse, tras una suntuosa remodelación, en el Castillo de Chapultepec, cuyos interiores decoraron a la usanza europea.

La primera Navidad del castillo

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Foto de Musg Noticias

Meses después, en la Navidad de 1864, el Palacio Imperial de Chapultepec (el castillo) se decoró con adornos traídos de Europa, siendo el principal protagonista un árbol decorado que de inmediato fue admirado –e imitado- por los aristócratas (o quienes decía que lo eran) de la época.

Así, los “nacimientos” se convirtieron en una tradición del pueblo y el arbolito de Navidad, traído de las tierras de Maximiliano, era la tradición consentida de la clase alta, al menos durante ese año.

Cuando se ‘suspendió’ la Navidad
Pero la Navidad de 1865 fue suspendida por Maximiliano, al menos en el castillo. El 24 de diciembre de 1865, el emperador proclamó Luto Nacional debido a la muerte del padre de Carlota: Leopoldo I, rey de Bélgica.

Así, el castillo que un año antes había sido suntuosamente decorado, ahora lucía sobrio en señal de luto, lo cual fue seguido sólo por una parte de los aristócratas mexicanos que habían imitado la tradición navideña en sus casas y que disfrutaban de copiar todo lo que proviniera del otro lado del Atlántico.

Nada de arbolitos

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Foto de internet

Para 1867, el gobierno francés le retiró el apoyo a Maximiliano debido a que había resultado más liberal de lo que esperaban los conservadores que lo llevaron al poder, lo cual demostró con “atrevidas” decisiones, como abolir el trabajo infantil, perdonar deudas a campesinos y terminar con las llamadas “tiendas de raya”.

Finalmente, ese año, Maximiliano fue juzgado y fusilado en el Cerro de las Campanas de Querétaro, y las costumbres navideñas europeas que había traído a México empezaron a ser consideradas de mal gusto, ya que la tendencia era borrar todo lo que pudiera recordar al emperador.

Pero eso sólo duró unos años, ya que en 1878, alguien colocó un enorme árbol navideño en su casa para plantarle cara al entonces presidente Porfirio Díaz.

Para demostrar poder
El general Miguel Negrete era un conservador poblano que peleó del lado liberal en la Intervención Francesa junto con Ignacio Zaragoza, y formó parte del gobierno de Benito Juárez, de quien después quiso sublevarse un par de ocasiones.

Fue gobernador de Puebla y apoyó la llegada de Porfirio Díaz al poder, pero después se puso en contra de él, acusándolo de traidor a la Patria y hasta se levantó en armas.

Negrete se convirtió uno de los mayores enemigos de Díaz, y como muestra de poder, en diciembre de 1878, decidió poner en su casa un espectacular árbol de Navidad, inspirado por lo que había visto durante sus recientes viajes a Estados Unidos, en donde empezaba a ponerse de moda.

Asimismo, este árbol impulsó otra costumbre, ya que se mezclaba en su base con otra tradición: el nacimiento.

Tardó en prender

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Foto de internet

En los años posteriores, el árbol de Navidad fue un símbolo de fastuosidad, incluyéndole las luces eléctricas y artesanías, como las esferas, pero no fue sino hasta después de la Revolución cuando tuvo un verdadero arraigo.

Los gobiernos posrevolucionarios retomaron tradiciones como las posadas y la piñata a través de su política de retomar e impulsar todo “lo mexicano”, acción que podía verse en murales y libros de la época.

En el siglo 20, desde finales años 20, el arbolito de Navidad empezó a ser popular en las zonas urbanas, pero alcanzó su mayor popularidad después de que las grandes marcas empezaran a lanzar los símbolos navideños en su publicidad, siendo Coca-Cola la más icónica cuando empezó a usar a Santa Claus en 1931.

Así, el arbolito de Navidad es una de las tradiciones navideñas más recientes en México.

Por Carlos Tomasini  (@carlostomasini)