Fray Marin@

Viudo, con el corazón roto, una mula con provisiones y un par de pertenencias, viaja Eugenio con un chico de 14 años producto de su matrimonio. Van rumbo al Monasterio de San Antonio de Qannoubine, también conocido como Deir Qannoubineun en el Líbano, refugio para monjes y cristianos perseguidos, durante el dominio otomano. Aquí la comunidad maronita se resguarda, le han dicho que si se pone en marcha ya, en tres meses llegarán al Valle Sagrado de Qadisha.

“Oye, pero la fecha exacta de este viaje es incierto, tampoco es verificable el lugar exacto.” Me dice una parte rígida de mi, que es un dolor de cabeza.

“Ya lo sé, podría ser entre el siglo IV y VII pues como pasa muchas veces con estas leyendas el tiempo va cambiando la narrativa, los escenarios, e incluso el tiempo. Hay poco sobre estos personajes, pero como lo mío es imaginar y creer que puedo estar en otro sitio mientras escribo, entonces me doy vuelo, dejando claro que es mi pluma la que teje sobre lo poco que he encontrado. El monasterio aparece en distintas fuentes con diferentes nombres pero este me gusto para hilvanar la historia”. Responde mi otra parte, esa que crea escenarios, los viste, hace guiones y tiene la libertad para hacerlo.

Quiero pensar que un día del mes de octubre en medio de un escarpado acantilado,  apareció a lo lejos majestuoso el lugar tan esperado, sin duda sería el espacio ideal para la meditación y la vida monástica que tanto ansiaba. Los veo detenerse, observar y maravillarse con este edificio parcialmente excavado en la roca. Al acercarse los reciben en la puerta y los llevan con el prior. Después de esperar un rato largo, le cuenta que es viudo, que ha vendido lo poco que tiene y que quiere internarse junto con su hijo para dedicar su vida a Dios, que el dolor de la pérdida de su mujer lo asfixia.

Los argumentos alcanzaron su propósito, porque después de dictar las reglas del lugar, los estudios que deberían hacer y las tareas que deberían llevar a cabo antes de ordenarse, les entregan sus hábitos. Reciben las telas de algodón de color casi negro, logrado con tintes naturales, hechos de materiales que reflejaban la austeridad y simplicidad de la vida monástica, siguiendo el ejemplo de “la filosofía de una vida al aire libre” atribuida a San Marón.

Uno de los hermanos los lleva a su cuarto, rumbo al lugar destinado van observando las pequeñas capillas, celdas y salas monásticas que se integran con el entorno natural. Es un lugar fantástico, sencillo en su diseño, esculpido con materiales locales que le dan un carácter espiritual y austero.

Durante tres años la vida del monasterio va curando el profundo dolor de Eugenio y fray Marino su hijo, crece larguirucho, un niño lampiño con rasgos femeninos, que algunos de los frailes susurran pensando que es un eunuco. La barba no le crece en las mejillas y el padre explica que debe por la intensa vida ascética. La forma de conducirse en las labores cotidianas sorprende a todos, cumpliendo con tareas que nadie quería hacer realizándolas gustoso y debido a esto y a su vida piadosa era un monje muy respetado en su comunidad.

Cuando Eugenio decide emprender su viaje a este lugar, fue impulsado por lo que había escuchado a cientos de millas de distancia, tanto se hablaba de este ermitaño conocido como Maron, contaban cómo oraba de pie y afirmaba la existencia de dos naturalezas en Cristo.

Esta idea le tomó más de un año entenderla al llegar al monasterio, pasando largas horas preguntando y leyendo hasta que le quedó claro que es un dogma de fe católica, que llevó el nombre de calcedonense refiriéndose a la definición cristológica establecida en el Concilio de Calcedonia en el año 451 d.C.

Ahí se afirmó que en Cristo hay dos naturalezas: divina y humana en una sola persona. Jesús era según esta definición verdadero Dios y verdadero hombre. Sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, así rechazaba el monofisismo, que afirmaba que Cristo tenía una sola naturaleza. Considerado una de las definiciones cristológicas más importantes en la historia del cristianismo.

En el año 517, 350 de sus discípulos fueron martirizados en un solo día por defender esta doctrina.

“Pero, cómo sabes que Eugenio sabía todo esto” me interrumpe molesta, esa parte mía que a veces es tan rígida que me saca de quicio. “ Me estás empezando a fastidiar querida, ya te explique que lo imagino, que no lo sé, pero me ayuda a hilar el contenido de una historia que me parece fascinante, yo no soy historiadora, ni este es un documento científico.  Te pido que me dejes terminar”.

Respiro profundo y continuó inmersa en una época tan lejana a la mía, cuento con pocos recursos con los que tejer, una historia que haga sentido, pero como estoy encarrilada regreso nuevamente al espacio. De pronto siento una fría brisa y nuevamente estoy ahí.

Durante los primeros meses de su estancia padre e hijo, fueron instruidos a cabalidad sobre la vida de Marón, de cómo había optado por vivir casi siempre al aire libre, tanto de día como de noche, en verano e invierno, como forma de mortificación y penitencia.

Quiero pensar que entendieron entonces porque la vida austera del monasterio estaba anclada en seguir sus creencias renunciando a todo tipo de comodidades, llevando una vida llena de sacrificios, ayunos y oraciones. Sin duda quedaron sorprendidos al escuchar cómo se le atribuía la capacidad de sanar enfermedades físicas y mentales a través de sus oraciones.

Supieron cómo había encontrado las ruinas de un antiguo templo pagano transformándolo en un lugar de oración cristiano cuando había llegado ahí perseguido por sus ideas. Aunque tenía una pequeña cabaña cubierta con pieles de cabra, la utilizaba muy pocas veces. Además de las mortificaciones habituales, añadía otras para incrementar su vida ascética. Pasando gran parte de su tiempo en oración constante.

Más adelante el monasterio fundado en su honor se convirtió en un baluarte de la doctrina ortodoxa católica. Los maronitas se opusieron ferozmente al monofisismo, permaneciendo fieles al papa y a los concilios ecuménicos, especialmente al Concilio de Calcedonia.

A pesar de la violencia de las persecuciones, los monjes maronitas mantuvieron su “valiente ortodoxia” y continuaron luchando contra el monofisismo tiempo después.

“ ¡Pero a él ya no le tocó la muerte de sus discípulos” interrumpe de nuevo esa rigidez que vuelve la vida tan difícil“ “no dije que estaba ahí, solo mencione que sucedió y te suplico que ya no me interrumpas, te doy permiso de hacer todas las correcciones sobre mi texto que quieras hacer, al final !” Se que no me hará caso, siempre está presente como mala hierba, pero debo reconocer que sus frecuentes interrupciones me permiten verificar una y otra vez aquello sobre lo que escribo.

Durante mucho tiempo el prestigio y la autoridad moral de los monjes del monasterio de San Marón les permitió influir en la opinión pública y participar activamente en las discusiones doctrinales de la época.

La vida es dura dentro de las paredes de un monasterio, hay un horario estricto que comienza muy temprano, a menudo alrededor de las 2 o 3 de la madrugada. Dividiendo el día en períodos de oración, trabajo manual, estudio y muy pocos breves momentos de descanso.

Una tarde Fray Eugenio no llega a las oraciones de la hora nona y al irlo a buscar, su hijo lo encuentra muerto en su celda. Fray Marín había quedado huérfano, consideraba a todos los que ahí vivían como hermanos, lo que ayudó sin duda a mitigar el dolor que sentía por la falta de su padre.

“ Aquí no puedo guardar silencio tengo que intervenir, en aquella época debido a las constantes guerras, invasiones, epidemias y la inestabilidad general, la muerte era una realidad cotidiana y cercana para la mayoría de la población. La influencia del cristianismo, que se había extendido, promovía la idea de que la muerte era un tránsito hacia la vida eterna, así que es difícil imaginar el dolor que describes en la viudez de Eugenio y ahora en la orfandad de Marín”.  Escucho su voz terminando la oración, satisfecha con la interrupción del relato.

“ ¿Es en serio? estoy escribiendo a quince siglos de ese tiempo, nadie en esta época lo entendería a no ser que uno lo explique,  para hacer que el relato tenga un poco de lógica debo usar nuestra manera de sentir, la de ahora.

¡Ahora sí se acabó, ni una intervención más! le digo alzando la voz, tanto que mi hija en el otro cuarto me preguntó si algo me pasaba. Así me pasa a veces, hablo, me contesto y me altero y no, no soy esquizofrénica, no tengo un trastorno de identidad disociativo que yo sepa, aunque se que algo de eso corre en las venas de mis  ancestros que si lo padecieron.

Ponerle límites a la rígida no es fácil, pero es cosa de respirar, recomponerse y regresar en el tiempo unos siglos para no perderme.

Un día, Fray Marino es llamado por el prior quien lo envía junto con otros hermanos a realizar una tarea fuera del monasterio. Para pasar la noche se detienen a dormir en una posada en la que, esa misma noche, la hija del posadero es violada. Cuando descubre que está embarazada, la chica acusa a los frailes y, en particular, a Marino.

El sabe que no es culpable, pero decide tomar la culpa lo cual podría sonar extraño, pero pone en peligro su vida si habla. Por lo tanto, el monje modelo termina en el lodo donde la injuria habita. Así es castigado y expulsado del monasterio, obligado a cuidar al recién nacido.

Pasan tres años de duras dificultades, pero Marino no se aleja del cenobio. Languidece en la limosna pero se dedica al bebé con todo su cariño. Es inevitable verlo a diario fuera de los muros, así sus viejos hermanos quedan impresionados y piden al abad la readmisión de este con su hijo. Después de una larga deliberación el prior concede su re admisión con la condición de que el fraile se dedique a los trabajos más serviles. El joven acepta las condiciones, retoma su hábito con más celo que antes, y continúa cuidando a su hijo adoptivo.

El desgaste físico que ha sufrido durante el tiempo del exilio exige su precio y el hambre durante ese tiempo en la calle, ha minado su cuerpo. Un día lo encuentran muerto en el huerto, tiene 25 años.

“Aquí soy yo quien te aclaro antes de que me tuerzas los ojos. Hoy nos parecería apenas un joven comenzando su vida, pero decir 25 años es hablar de una edad ya avanzada en esa época ya que la esperanza de vida al nacer en aquella época era relativamente baja, se piensa que las personas vivían alrededor de los 30-35 años. Debido principalmente a la alta mortalidad infantil y juvenil”.  Mi otro yo pone cara de sin embargo y parece que ya se ha quedado sin palabras.

Cuando los frailes, comienzan los rituales de limpieza del cuerpo para su entierro, descubren un secreto que sigiloso guardó y que ahora hace sentido, cuando acompañó a su padre y llegó al monasterio hacía 11 años; Marino era mujer.

Los frailes entran en un torbellino de culpas cuando comprenden con gran pesar la infamia soportada en silencio. Cuando van en búsqueda de la joven que lo acusó para pedir una explicación que hiciera sentido, ella confiesa haberlo calumniado, argumentando haber sido poseída por el diablo.

Cuentan que fue corriendo al monasterio y frente a su cadáver suplica ser perdonada y durante siglos se ha contado que en ese mismo instante quedó sanada. A partir de ese momento los milagros atribuidos a ella, comenzaron a multiplicarse y desde entonces se le conoce como Marina de Bitinia venerada el 18 de junio en la tradición católica y es considerada patrona de varias comunidades aunque nunca fue canonizada por un papa específico.

Su veneración se desarrolló principalmente a través de la tradición popular y la devoción local. Su historia y santidad se difundieron en varias regiones, y su culto fue reconocido por la Iglesia a lo largo del tiempo. Es considerada santa también por la iglesia ortodoxa y desde el año 1200 sus restos son conservados y venerados en Venecia, de la cual es copatrona.

Mi parte rígida queda atenta, parece que no tiene mucho que alegar, el recorrido ha sido hilvanado con pedazos de lo que hablan las páginas oficiales del Vaticano, de una publicación de Radio Stella Maris sobre la vida de Santa Marina, de un texto de la Parroquia Madre del Verbo Divino que narra la historia de la santa y desde luego de Wikipedia sobre Marina de Bitinia, que proporciona algunos detalles adicionales sobre su veneración e historicidad. Estas fuentes ofrecen relatos similares de la vida de Santa Marina, con pequeñas variaciones en algunos detalles y yo  solo he puesto escenarios y guiones que dan cohesión a la historia.

Le pregunto si quiere agregar algo más y con su cabeza erguida y cara de pocos amigos me dice que no. Es incapaz de decir algo bueno, pero ya he vivido con ella desde siempre, así que estoy acostumbrada.

DZ

Nota al margen

Esta como tantas otras son historias populares tienen a menudo raíces en eventos reales, pero con el tiempo se transforman, incorporando elementos ficticios y simbólicos. Estas narrativas evolucionan para reflejar valores culturales, necesidades históricas y preocupaciones sociales de cada época.

Las historias donde mujeres se han hecho pasar por hombres apuntalan el feminismo actual, su legado es reinterpretado como símbolo de lucha por la igualdad, aunque a veces se trivializa o descontextualiza para fines políticos y sociales.

Para mi, ella se vuelve parte de la biblioteca sobre vidas que me impactan profundamente, que me generan curiosidad y cuando las escribo se encarnan como experiencia sumando a mi forma peculiar de percibir el mundo.

Cuando digo que en mi viven varias yos, es porque desde niña me acompaña esa idea de que yo tengo varias facetas, tengo una parte de una rigidez tremenda producto de mi adaptación a una infancia difícil, otra yo que es libre, que juega y se divierte atreviéndose a imaginar y hacer cosas que la rígida jamás haría. Esta un enano que se llama Dim que le encanta hacerse la víctima, aprovechando mis momentos de vulnerabilidad para apropiarse del espacio y muchos otros personajes más. A todos les he puesto nombre y los imagino con cuerpo y expresiones. Pueden imaginarse lo que es cuando se sientan todos a discutir sobre algo en lo que no están de acuerdo. Con frecuencia aparecen cuando escribo ya que ahí, en el papel se abren las cuerdas de miles de mundos paralelos donde puedo transformarme en otros, viajar en el tiempo y imaginar que puedo sentir en el cuerpo haciendo que se sienta una experiencia viva, que está pasando y es que mi cabeza es capaz de hacer eso.

Dorje Dradül dijo en alguna ocasión que la energía y el desempeño de nuestra mente siempre irradia hacia afuera y toma la forma de un teatro donde algunos de nuestros personajes entran en acción produciendo efectos mi cabeza también se irradia hacia adentro, de la misma manera que hacia afuera, excepto que no hay público para ver mis actuaciones.