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El gusto por el olor a tierra mojada
Foto de Internet

El olor a tierra mojada, es uno de los olores más felices pues nos evocan momentos de la infancia, viajes al bosque o al campo, donde la libertad que ofrece la naturaleza se hace presente, pero ¿por qué nos gusta este olor?, ¿Se trata de una cuestión cultural o de herencia?

Investigaciones científicas han explicado que los olores activan una conexión cerebral casi instantánea con las emociones.

Nuestro bulbo olfatorio tiene conexiones directas con el sistema límbico y con la amígdala, zonas vinculadas con el procesamiento y la modulación de los estados emocionales. Incluso una resonancia magnética funcional, ha podido apreciar que los olores que conocemos, tanto los que despiertan recuerdos positivos como negativos, activan inmediatamente las estructuras más antiguas de nuestro cerebro.

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Neurocientíficos señalan que esta conexión tan especial puede sentar sus raíces en nuestro pasado más lejano. En aquella época, el olfato debía ser un sentido muy importante para nuestros antepasados, al igual que lo es hoy para la mayoría de los animales. El olfato podía advertirles de un peligro por lo que era fundamental que desencadenase una respuesta rápida que pudiese salvarles la vida en cuestión de segundos. Por consiguiente, no es extraño que los aromas desaten una reacción emocional casi instantánea y particularmente intensa. Pero no solo estamos programados para evitar los riesgos sino también para buscar el placer, esta misma conexión se crea con los aromas que han estado vinculados con experiencias positivas, como puede ser el caso del olor a tierra mojada o a lluvia.

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El olor a tierra mojada y a lluvia está compuesto por dos aromas fáciles de diferenciar: el petricor, que es más fresco, dulce y suave y emana fundamentalmente de las piedras y la geosmina, que es más fuerte, con un vaho mohoso y proviene de las plantas y la tierra húmeda.

Los científicos creen que nuestro gusto por el olor de la tierra mojada es una herencia de nuestros ancestros, para quienes la lluvia siempre ha sido fuente de vida y sinónimo de supervivencia. El petricor, un término acuñado en 1964 por dos científicos australianos que estudiaban el olor de la lluvia, se libera cuando las gotas de lluvia chocan contra las rocas.

En ese momento se libera una serie de aceites provenientes de las plantas, que estas habían estado acumulando durante el periodo de sequía.

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Según antropólogos, nuestros antepasados establecieron una fuerte conexión positiva con ese olor, que les indicaba que había acabado la peligrosa etapa de sequía y comenzaba la lluvia, que haría renacer las plantas y aumentaba sus probabilidades de supervivencia, con la cosecha de frutos y semillas.

Lo anterior es una teoría por la cual el olor a tierra mojada, es uno de los olores más agradables para los humanos.

Con información de Cultura Inquieta