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El Garrote Vil

“Granada triste está
Porque Mariana de Pineda
A la horca va
Porque Pedrosa y los suyos
Sus verdugos son,
Y esta ha sido su venganza
Porque Mariana de Pineda
su amor no le dio”.

Me han hecho llamar. Esta semana es la quinta vez que voy a escuchar confesión. La ejecución se llevará a cabo mañana temprano. Coloco un poco de agua bendita, la estola, mi biblia de mano, el rosario y salgo rumbo a la cárcel de “mujeres de mala vida”, que está en el beaterio de las Recogidas de Santa María Egipciaca; un convento fundado en 1594.

Mientras camino por las calles de Granada, voy preparándome espiritualmente para escuchar los pecados de quien perderá la vida irremediablemente, deseo limpiar el alma de Mariana Pineda. Qué pena, es tan joven; apenas cuenta con 26 años.

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Las madres me reciben, mi envergadura les hace ser serviciales, diligentes, pero no recibo una sola sonrisa. Me llevan a la parte alta, cruzó un par de pasillos y al final está la puerta de madera que separa la celda del pasillo.

Entro al pequeño cuarto que cuenta con una pequeña ventana que da a un patio lleno de hortalizas. La cama de palo y a la vista una biblia de pasta de cuero, que parece más un adorno, pues no se ve que haya sido usada. La puerta se queda abierta, cuidando el recato y la formalidad, dos madres hacen guardia a unos cuantos metros.

“Padre buenas tardes” me ha dicho al levantarse, toma mi mano y la besa.

“Hija he venido a escuchar tu confesión, mañana estarás en el mundo eterno, abrazada por Dios nuestro señor.”

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Su entereza me sorprende, la mirada serena, no hay una pizca de nerviosismo en su semblante. Es una mujer de una belleza sorprendente.

“Ave María purísima” comienzo mientras coloco el rosario en mi mano, la estola en mi cuello.

“Sin pecado concebido” contesta inhalando con profundidad.

Le pido se levante del piso donde se ha puesto de rodillas y que se siente sobre la cama. Sin mayor preámbulo comenzó a hilvanar su historia, mientras me siento en la única silla del lugar:

“Acogí en mi casa a liberales perseguidos padre, les proporcione pasaportes falsos con las influencias que tenía. Asistí a muchas de sus reuniones secretas y ayudé sin duda a sus presos a escapar de la cárcel.

Incluso un primo mío que fue condenado a muerte, lo ayude a escapar de prisión con un disfraz de fraile. Vivió en mi casa hasta que pude ayudarlo a escapar hacia Gibraltar.” Una sonrisa cruzó su rostro.

“Las malas lenguas rumoran que sostuve un amorío con el.” La mire con signos de interrogación y lo único que obtuve fue:

“ De nada de eso me arrepiento padre.”

“Me casé con Manuel de Peralta cuando apenas cumplí quince años. Cinco meses después di a luz mi primer hijo al que bauticé como José María, después nació Úrsula María. No me mire así su señoría, quiero que sepa que fui tomada a la fuerza y pues embarazada no tuve mucha opción. Por esa época el rey Fernando VII fue obligado a jurar la constitución y gracias a Dios a suprimir el santo oficio. Enviude tres años después con todo lo que conlleva ser mujer en ese estado. Un pretendiente tras otro, como si este tuviera que ser el destino de las mujeres que ya no tienen varón. Buscando cómo sacudirme semejante destino, me alineé sin duda al liberalismo, donde encontré tranquilidad.” “Hija pero esta posición tan tajante y esa vida tan fuera de la iglesia, te condena ante los ojos de Dios.”

“Ay padre”, contestó burlona. “En verdad no creo ser tan importante como para que me castiguen en la eternidad, además de lo que le conté tuve una relación con José de la Peña, un abogado del que me enamoré. Fruto de esto, tuve otra hija. La reconoció como hija natural y no vivió conmigo. Su padre la adoptó, la reconoció como hija e incluso la nombró su heredera. Bendita mi niña que cuenta con un patrimonio que si no es tonta y no se casa con un aprovechado, hará buen uso de él”.

El tono de Mariana es retador, displicente, me cuesta trabajo un carácter tan firme. Estoy acostumbrado a tratar con mujeres humildes de corazón, arrepentidas, temerosas de Dios, pero esta no tiene un ápice de humildad en su corazón.

“Padre yo no tuve un papel dirigente en ninguna conjura liberal, eso se lo digo con el alma en la mano. El objetivo de mi detención fue forzar mi delación de aquellos que eran los verdaderos cabecillas del movimiento. De hecho, el jefe de la Policía Ramón Pedroza, quien tiene la autorización de concederme el indulto, podría hacer uso de su mandato, si señalo quienes son; pero me he negado en redondo. Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios padre.”

“¿Sabe? Se cuenta que este hombre, me ama pero si es así, no será correspondido. Aunque si podría ser por despecho me ejecuten y esta rabia lo impulse a extremar la dureza contra mí.

Me arrestaron porque encontraron una bandera que tenía bordada la proclama “Ley, Libertad, Igualdad”. Misma que nunca había visto. Así me acusaron de formar parte de una conspiración y primero permanecí nueve días bajo arresto domiciliario.”

Voy al patíbulo con la condena de “rebelión contra el orden y el monarca”, castigado con la pena de muerte. La defensa usó como alegato que la bandera no tenía que ver con ninguna revolución, sino con la masonería, como demostraría el lema que aparecía en ella. Pero las argumentaciones cayeron en saco roto; no sirvieron de nada.”

Se hizo un silencio que tensó el aire entre los dos, ella terminó la narrativa de porqué estaba ahí y porque moriría. No era una confesión, en el fondo era un recurso para dejar algún testimonio de su acontecer.

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“Hija yo no puedo absolverte pues no estas arrepentida de nada, será duro el camino de tu alma hacia la perdición.”

Los ojos de Mariana me miran con pena. Cosa que me produce una rabia en las tripas. Decidió salir de la celda y ella voltea la cabeza hacia a la ventana.

Mañana será su ejecución, morirá sin arrepentimiento; que Dios tenga piedad de su alma. El diablo se ha apoderado de ella.

Al día siguiente fungí como testigo, el calendario marca el 26 de mayo de 1831. La vi manteniendo la dignidad, las madres me han dicho que se ha negado a que le quiten las ligas pues no irá al patíbulo con las medias caídas. La han llevado al garrote vil, esta maquina que se usa para la pena capital.

Qué sorpresa nos llevamos nosotros que fuimos sus verdugos, cuando a su muerte se convirtió en un símbolo popular contra la falta de libertades; una heroína tras el triunfo de la revolución liberal española.

Por DZ

Claudia Gómez

Twitter: @claudia56044195