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Situationships
Situationships. Foto: DZ.

Las palabras tienen un valor, así como la altura, el ancho y el peso de las cosas. Se transforman en grafemas de una herencia que apiñada, van dando significado a nuestra vida acompañando el paso de las siguientes generaciones.

Es maravilloso como unas cuantas formas trazadas en líneas curveadas, se transforman en un cableado capaz de evocar tanto contenido, donde se traspasa la razón y se entra en el mundo emocional donde habita el cuerpo. Sin duda, cada palabra es un testimonio de nuestra historia y se llenan de resonancia según la época, en forma de millares de significados. Estos van cambiando, moldeándose a los retos de su tiempo creando una riqueza invalorable.

Cuando hilvanamos las letras atamos manojos con un hilo imaginario que da peso a la interpretación que hacemos de las cosas y con ellas nos anclamos al mundo.

El lenguaje ha permitido que como seres humanos podamos comunicarnos, transmitir conocimientos, compartir ideas y establecer normas sociales. A través de éste, se han podido crear sistemas de escritura, leyes, religiones y formas de organización social, que han sido esenciales para el progreso y la evolución de las sociedades humanas.

Soy una apasionada de las relaciones, por lo que el significado de las palabras me es tan importante, pero esa curiosidad también me ha llevado a estudiar, encontrando distintas herramientas que me permiten entender el complejo andamiaje del que estamos hechos.

Así voy hilvanado, suturando y tejiendo a los personajes sobre los que escribo, me pongo a hurgar y escudriñando, intento entender cómo eran sus nexos con otros. Poder imaginarlos como hijos, hermanos, padres, tíos, primos, abuelos o amigos. Observarlos enfurecidos, tristes, desesperados, construir las escenas de inflexión donde tuvieron que tomar decisiones trascendentales, o simplemente escuchar música, o cómo enfrentaron el hambre, la guerra y la enfermedad y por qué no, la mentira, la traición. Cada fragmento de todo esto, es parte del halo que genera el paso de alguien por este pequeño planeta azul.

Me da la impresión de que gran parte de la biografía de una persona se inscribe no solamente en sus logros, fracasos, pensamientos, o en las grandes epopeyas en las que fueron partícipes. Respirar a alguien, es intentar meterse en su piel, es entrar en una dimensión apasionante.

Cómo nos vinculamos, ancla las bases de la vida de una sociedad. Así se crea un entramado complejo en el hito del crecimiento del individuo. Hemos incluido incluso en las leyes, definiciones y formas de proteger nuestras maneras de relacionarnos. Pero son las morales las que siguen teniendo más peso, esas que se transmiten de generación en generación y siguen permeando en las estructuras más profundas. Son las que nos permiten pertenecer a un grupo, sentirnos cobijados, aunque estas tendrán distintas maneras de manifestarse según la cultura o las creencias. Estas son el macizo que marca el orden en la vida cotidiana de los grupos humanos, y las que abren las heridas cuando alguien decide romper con ellas.

Cómo nos conectamos los unos con los otros, parece abrir un espacio donde entran una infinidad de formas, por eso ha sido importante darle cabida a un léxico, que pueda definir esta parte transcendental de la vida amorosa. Año con año en respuesta a esto, surgen nuevos términos con los que dar nombre a situaciones de nuestro mundo afectivo.

Antes el vocabulario necesitaba pocas palabras, cuando del mundo amoroso se trataba y hablamos de amigos, pretendientes, novios, amantes, esposos y del famoso sexo servicio. Entonces había relaciones impropias, de esas que tocaban lo prohibido, lo pecaminoso y las que eran las de esperar, las de buen ver, lo complicado se entretejía cuando las distintas creencias y culturas se encontraban, y lo que era de una manera para una, lo era diametralmente distinto para la otra.

A medida que las estructuras comenzaron a flexibilizarse, hablando del mundo occidental, aparecieron visibilizadas en el lenguaje, las parejas del mismo sexo, el poliamor, las híbridas, los swinger, las que son a distancia, éstas ahora se visibilizan pero siempre han existido, pero cuando surge la era digital, aparecen las relaciones virtuales y dan paso a la modernidad.

Es importante decir, que no puedo rebatir el hecho de que dos o más personas adultas, en ejercicio de su propia libertad, decidan tener una relación, o una “no relación”. Podría ser de carácter instrumental y puede incluir sexo, pero me parece que esto debe ocurrir, siempre y cuando sea consensuado por ambas partes. Pasará seguramente por el escrutinio del mundo familiar o social y cada quien sabrá qué hacer con eso. Pero lo más importante sin duda, es saber que ningún vínculo se escapa de rozar el entramado mundo emocional, y es primordial estar consciente de ello.

Como especie, desde hace más de 5000 años han habido métodos y prácticas utilizados para separar la reproducción del gozo. Esto ha ido moldeando a su paso, el contexto de la intimidad. La pastilla anticonceptiva sin duda, es la gran representante de la revolución sexual, un profundo y generalizado cambio que tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XX en relación con las actitudes, normas y prácticas sexuales. Se abogó por la libertad sexual, la igualdad de género, la aceptación de la diversidad sexual y la autonomía individual, y desde ahí marcó un cambio significativo en la sociedad, promoviendo la liberación de tabúes y restricciones tradicionales en torno al sexo y la sexualidad, influyendo en aspectos como la educación sexual en ámbitos fuera del núcleo familiar, y se enfatizó en los derechos reproductivos, dando un vuelco a la percepción de las relaciones interpersonales.

Seguramente entonces se generó una gran polémica, cuando la Rusia soviética legalizó la interrupción voluntaria del embarazo, convirtiéndo en una enmienda constitucional en noviembre de 1920. Hoy países como Irlanda han hecho lo mismo, y en América el debate sigue creando un gran revuelo.

Las maneras de relacionarnos son variopintas y han existido desde siempre, pero son esas, los que hoy están de moda donde no somos ni novios, ni amigos, ni amigos con derechos, a estas se les denomina “situationships”. Como mencioné, deshebrar el contenido de los vocablos abre para mí la posibilidad de intentar entender porque aparecen en un contexto o en otro.

Esta vez se agrupan 14 letras en un significado que habla de las no-relaciones, unas que generan nuevos retos para esta época. Abre el espacio de lo ambigüo, tocando ese lugar llamado limbo generando una sensación de que todo flota. ¿Hijos? NO, ¿vivir juntos?, tampoco, esto se va tejiendo al amplio espectro del mundo emocional. Si agregamos más ingredientes, pueden o no tener exclusividad y desde esta mirada se va diluyendo los finales de “Y vivieron felices y comerán perdices”.

El informe Year in Swype de 2022 de Tinder, dio a conocer que los jóvenes solteros usaban este término, cada vez con más frecuencia. Un año después el diccionario Oxford enfatiza, que este tipo de relaciones se define por la falta de claridad sobre las expectativas. La palabra fusiona la relación y la situación, una mezcla en la que existe algo, pero, a la vez, no existe nada. Hay sexo, pero no una relación, quedamos, pero no es una cita.

Una situationship es un sí, pero no. En este tipo de relaciones no hay cabida para etiquetas como pareja o noviazgo, porque no hay un compromiso y desaparecen las reglas.

Brotan entonces, como pequeños botones palabras como el “ghosting”, que consiste en cortar el contacto de un día para otro con alguien con quien has estado saliendo o hablando durante un tiempo, en lugar de decírselo claro. Así, como fantasmas desaparecemos, y creemos que no pasa nada.

¿“Benching”? si tal cual, cabe el dejar a tu pareja o no pareja en el banquillo, para mantenerlo interesado y se deja claro que no buscas una relación larga y formal, sino sólo pasar un buen rato, cuando el resto de tus opciones te falla.

De pronto, alguien que estaba volcado en la relación, deja de estarlo, así el “quiet quittin” también se ajusta a estas nuevas modalidades relacionales. Esto da que pensar, porque ha existido antes de la complejidad de los medios de comunicación, solo que antes se le llamaba abandono, pero ahora que sea un anglicismo, quizá le ayude a entrar en la moda del momento o en el “trending topic” del momento, un tema o asunto de actualidad, que se vuelve popular o relevante.

Pocketing o stashing, ocultar tu relación o al menos a una de las personas que forman parte de ésta. Es decir: se esconde esa relación ante los demás. Personajes de estos pululan en la historia, castigadas más las mujeres con seudónimos como concubinas, queridas, amantes, mancebas, barraganas, mantenidas, fulanas, cortesanas, coimas y la un poco más elegante, damas de compañía. Vocablos que acompañan un juicio, donde se hace presente una falta de ética, principios o valores, según la cultura de que se trate.

Puede ser que en el caso de términos relacionados con la forma en la que nos vinculamos, vayan marcando la pauta para ir entendiendo los comportamientos modernos. El inglés tiende a ser pionero en la creación de neologismos, que reflejan nuevas realidades sociales o tecnológicas. Y también que la difusión global del idioma inglés, y su influencia en la cultura popular y digital, contribuyan a que estos términos se utilicen ampliamente en contextos internacionales. Por lo que hace sentido que se esten popularizando en este idioma.

Vivimos en una sociedad líquida como lo acuñó el sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman, una que acaricia lo fluido y lo volátil. Una en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios, ha debilitado los vínculos humanos. Lo que antes eran nexos potentes, ahora se han convertido en lazos provisionales y frágiles. La inmediatez se va permeando en la forma en la que nos relacionamos. Si hace unos años tener una vida estable en pareja era un objetivo de muchas personas, hoy estamos enfocados en nuestros objetivos individuales y de trabajo.

Es importante no perder de vista que si o si, uno invierte tiempo y energía en esa relación ya sea del tipo que sea, aunque se cubra de la idea de libertad, para disfrutar de más experiencias. Lo que he aprendido hasta ahora, me deja pensando, porque todavía no termina de convencerme de que esto sea así.

Me pregunto si el vacío se llena de lo que queda, cuando ya no hay comunicación, pasión, confianza, respeto mutuo, compromiso y empatía. O lo podemos hacer más simple y dejarlo como los acuñó Robert Jeffrey Sternberg, un psicólogo estadounidense que habló de un triángulo donde la pasión, el compromiso e intimidad, planteaba la base de las relaciones llamadas saludables.

Hoy la pregunta estaría en poder contestar, cuáles serían esas relaciones sanas para mí y para el otro. Cómo las puedo medir, y si soy capaz de poder contemplar cuáles serían los beneficios, y las facturas que tendría que pagar, si decido acercarme de alguna manera a un otro.

Por DZ

Claudia Gómez

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