En México, 50 por cada 100 mil habitantes pueden padecer Parkinson, de acuerdo con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN)
La enfermedad de Parkinson ocupa el tercer lugar en frecuencia entre los padecimientos neurológicos en el ámbito mundial, pero muchas veces sus síntomas se confunden con los de otras enfermedades y los pacientes no reciben tratamiento a tiempo.
Temblor en reposo, rigidez muscular, lentitud, trastornos del equilibrio, inexpresividad facial, seborrea y salivación excesiva son algunos de los síntomas que presentan quienes viven con la enfermedad.
Se estima que en el mundo entre 150 a 200 personas por cada 100 mil tienen la enfermedad. En México, 50 por cada 100 mil habitantes pueden padecerla, de acuerdo con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).
Es más frecuente en personas mayores de 65 años, pero la enfermedad puede iniciar en la infancia o la adolescencia y diagnosticarse antes de los 50 años. La detección oportuna contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Actualmente no existe tratamiento que pueda ralentizar la progresión del Parkinson, pero se pueden tratar los síntomas derivados de la falta de dopamina en el cerebro, neurotransmisor que interviene en las funciones del movimiento, la memoria y la atención, entre otras.
Los medicamentos que se usan con más frecuencia son los que producen dopamina y luego están los que estimulan a los receptores de dopamina proporcionando alivio sintomático.
También existe una cirugía denominada de estimulación cerebral, a través de la cual se colocan electrodos en las estructuras profundas del cerebro y se conectan con una batería que proporcione estimulación eléctrica que ayude a controlar los movimientos involuntarios o la rigidez.
En el Día Mundial del Parkinson, que se conmemora el 11 de abril, especialistas del Hospital Houston Methodist informaron en su órgano interno de difusión que están realizando estudios clínicos que involucran medicamentos para el tratamiento sintomático.
En un par de ensayos clínicos se busca comprobar la seguridad y eficacia de medicamentos que podrían modificar el curso de la enfermedad, explicó en una publicación de esta institución médica Olga Waln, especialista en neurología y desórdenes del movimiento.
De igual forma se están corriendo investigaciones dirigidas a eliminar la fuente de la enfermedad, para no enfocarse sólo en atender los síntomas.
Con información de Notimex