La prohibición, surgió durante los años posteriores a la Conquista, cuando los españoles comenzaron a vivir en México
Durante los años posteriores a la Conquista, los españoles que se quedaron en la Nueva España vivieron temerosos de que los indígenas se revelaran contra ellos, ya que, de entrada, los superaban en número.
Además de acciones como construir sus casas con gruesos muros, resistentes puertas y ventanas altas, los españoles decretaron algo que los dejaba más tranquilos: los indígenas tenían prohibido andar a caballo.
Los primeros caballos en México
Cuando Hernán Cortés y su gente desembarcaron en Veracruz, traía consigo 14 caballos que usó, junto con sus armas de fuego, para someter a los indígenas.
El mito dice que los indígenas entraron en pánico al ver a los hombres montados en esos caballos y que pensaron que eran un solo ser o una especie de monstruos; sin embargo, los españoles pasaron tanto tiempo en estas tierras que los locales no pudieron pensar eso permanentemente.
Después llegaron más hombres, más caballos y más armas hasta que, finalmente, la Conquista se consumo cuando, con la ayuda de otros pueblos indígenas, los españoles sometieron a los mexicas.
El decreto
Los indígenas, que se habían mostrado aguerridos, le generaban un gran temor a los españoles, por lo que hicieron todo por evitar que se pudieran levantar en armas contra ellos. Una de esas acciones fue prohibir que montaran a caballo.
Se castigaba con pena de muerte o incautación de todos sus bienes a los españoles que vendieran, regalaran o prestaran a los indígenas un caballo debido al riesgo que corrían si aprendían a montarlo.
Sin embargo, eran los indígenas quienes se encargaban del cuidado de los caballos mientras crecía la Nueva España y, de hecho, ahí tengan origen algunas de las suertes que después se adoptarían en la charrería.
Algunos caciques indígenas, que servían como intermediarios entre los pueblos nativos y los españoles, recibían privilegios como montar a caballo o hasta vestir como los europeos, todo a manera de “pago” por sus servicios. Así que andar a caballo era una especie de privilegio.
Ante esto, entre 1535 y 1550, el virrey Antonio de Mendoza, se vio obligado a autorizar que algunos indígenas montaran a caballo para poder ejecutar algunas labores necesarias, como cuidar al ganado o hasta defender a sus patrones.
Fue hasta la Independencia, casi tres siglo después, cuando se eliminó por completo esa prohibición.
Con el tiempo, montar a caballo fue una actividad común en México, inclusive hasta muy entrado el siglo 20, cuando los nuevos medios de transporte y otros cambios sociales modificaron el estilo de vida en todo el territorio.
Por Carlos Tomasini (@carlostomasini)