Abd-ru-shin

Mis palabras van dirigidas solamente a quienes buscan con seriedad. Ellos deben estar dotados de capacidad y voluntad para estudiar con objetividad esta objetiva obra.

El Mensaje alcanzará solamente a quienes todavía conserven en sí, una chispa de Verdad y el ardiente deseo de ser realmente hombres.

Mensaje del Grial

Abd-ru-shin

En definitiva me genera una curiosidad casi morbosa el conocer personajes que han tenido la capacidad de convencer a otros de sus ideas, de sus propuestas, de hacerme la inevitable interrogante de por qué los siguen, de por qué  los endiosan y se convierten muchos de ellos, en un objeto de idolatría.

Después de haber entrado a curiosear y conocer algo de la vida de Saint Germain y su halo de misterio, a madame Blavatsky y sus dotes de medium, a Vadim Zeland y su propuesta del transurfing, a Ellen Gould White quien inspiró a la iglesia adventista del séptimo día, a Gurdjieff y el paso del conocimiento espiritual de oriente a occidente, por nombrar algunos; me tope con Abd-ru-shin que es el seudónimo del autor alemán Oskar Ernst Bernhardt (1875-1941).

A veces pienso que para indagar hace falta un atuendo que vaya de acuerdo con la actividad, y de pronto me veo con ropa de arqueólogo, de esa que se usaba en siglos pasados y que las películas reavivan. Comienza el viaje a descubrir y aunque no salgo de mi cuarto para hacerlo, me siento viviendo en una aventura colosal, mientras me planto mi sombrero y mis botas de montaña.

Para poder entrar en modo, busco alguna imagen que me brinde las primeras claves para hacer preguntas, he de aclarar que mi trabajo de investigación se basa en no creer nada de lo que leo, en hacerme preguntas, en intentar responderlas desde mi particular forma de interpretar el mundo, y que en ningún momento hay una intención de juicio, aunque se que eso es inevitable y de encontrar una verdad absoluta, porque hay muy pocas cosas que entran en ese escaño. Además está el tiempo, ese anciano que de pronto me vuelve a cuestionar, si en eso que creo todavía me sostiene.

Google es fantástico cuando no se tiene una biblioteca a la mano, así que tecleo el nombre, pongo las imágenes, las agrando y me pierdo con sus fotos en blanco y negro. Me llaman la atención, la postura de sabio, los ojos presentes, el vestido de sacerdote, el traje de árabe, el de escritor, pero sobre todo, es su  seriedad la que me atrae. Quizá es que para mí ésta tiene tintes de indigestión, fui tan seria tantos años de mi vida, que me cuesta ahora trabajo identificarme con ella, aunque es inevitable sobre todo cuando estoy en modo aprendizaje. Pero quizá para quien escribió libros con títulos como “En la Luz de la Verdad” y “El Grano de Mostaza”;, también conocido como “El Mensaje del Grial”;, la formalidad que acompaña la revelación divina, seguramente requiere de ciertas posturas que ayudan a que se puedan recibir con mayor credibilidad.

Cuando se trata de despertar la conciencia humana y llevarla hacia una comprensión más profunda de la espiritualidad y la existencia, pareciera que  se requiere de seriedad, formalidad y una capacidad intelectual notable.

Sin duda el conocimiento para poder escribir de temas tan profundos, tiene matices que incluyen mucho más que leer y en el caso de él, así fue. Como comerciante autónomo y posteriormente socio de un negocio de importación y exportación, pasó gran parte de su vida en viajes por diferentes partes del mundo, que lo llenaron de erudición y experiencia en campos como la medicina, la filosofía y la espiritualidad.

Abandonó sus actividades comerciales para dedicarse plenamente a su afición por la escritura, llegando a trabajar sólo como autor. Además de relatos de viajes, publicó historias cortas y novelas, disfrutando de su éxito como autor de obras de teatro.

Tras una larga estancia en Nueva York (1912/13), un viaje de estudios lo llevó a Inglaterra (Londres). Contaba con 40 años de edad, cuando fue arrestado tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, pasando los años de 1915 a 1919 en el campo de internación británico en la Isla de Man. Durante los cuatro años de aislamiento pudo vivir el sufrimiento, el dolor, el desmoronamiento espiritual del ser humano que no ve ningún camino para huir del caos. Entonces éste era provocado por la caída de un antiguo orden mundial, que ya no podía sostenerse. Así despertó en él, el deseo de ayudar, de tocar a otros con su mensaje  gracias a su experiencia, y a lo que él llamó una inspiración divina.

Es cuando aparece el nombre Abd-ru-shin como seudónimo, compuesto por elementos persas y árabes que significan «Siervo de la luz» o «Hijo de la luz», que le generaba un vínculo con lo que él creía era su primera vida terrenal, en tiempos de Moisés. La reencarnación fungía como base de sus ideas, y fue justo en esa época como decía, que fue preparado como portador del «Mensaje del Grial».

Se cuenta que en 1923 escribió esta obra, que se publicó en 1926, y se convirtió en un éxito de ventas en Alemania y otros países europeos.

El Mensaje del Grial contiene enseñanzas espirituales que abordan temas como la naturaleza de Dios, la vida después de la muerte, la ley de causa y efecto, y la evolución espiritual de la humanidad. Enfatiza la importancia de vivir una vida virtuosa, y de buscar la verdad por uno mismo, en lugar de aceptar dogmas o creencias impuestas por otros.  Su indicación de que no es necesario instalar una organización terrenal entre los seres humanos y el Creador, no fue apreciada por los dirigentes eclesiásticos de su época, lo que le provocó una enemistad seria con la iglesia católica, la protestante y la anglicana.

Sus  ideas se volvieron un campo de cultivo para quienes sumidos en una primera guerra mundial y sus efectos devastadores, necesitaban encontrar algo que los sostuviera, el dios del mundo cristiano en manos de las instituciones que lo albergaba, de pronto se derrumbaba, no podía ya responder al dolor que cruzaba el continente, y a muchos les vino bien encontrar otras formas de entender la
naturaleza humana.

Lo que planteaba también afectó a los poderes políticos, disgustados por la demanda de pensar de una manera autónoma y de examinar objetivamente todas las cosas, actitud que lleva a los seres humanos más allá de las opiniones que se presentaban a fin de condicionarlos. Una especie de liberación del aprendizaje que adoctrina, que genera zombies que obedecen.

Por eso, en el año 1936, se prohibió la venta de la obra “En la Luz de la Verdad – El Mensaje del Grial” en la Alemania socialista-nacional, y se tuvo que cerrar la editorial en Munich que fue instalada para la impresión de esta obra.

Cuando  Austria se anexó al Reich alemán en marzo de 1938, esto provocó el fin de toda su obra y también a toda su actividad realizada hasta ese momento. Lo arrestaron y lo encarcelaron en Innsbruck. Aunque fue liberado, la colonia del Grial en Vomperberg, que se había desarrollado alrededor del lugar de residencia de Abd-ru-shin, como también todas sus posesiones personales y las de su familia, fueron confiscadas y transferidas al estado austriaco.

Obligado a abandonar Austria con su familia, fue asignado un lugar de estadía en Alemania del Este. Todos los demás habitantes fueron expulsados de la colonia del Grial. Por imposición de los gobernantes socialistas nacionales, se prohibió la diseminación de su obra, así como el contacto personal con él.

Pese a todo lo que se hizo para borrar sus ideas, no hubo arma que lo impidiera; el mensaje de Abd-ru-shin emanado del Grial, había alcanzado a muchísimos lectores en distintos países y había causado un cambio en su vida cotidiana. Sentirse guiados espiritualmente a través de sus libros, ayudó a aquellas personas que habían integrado su mensaje, a soportar los años de infortunio que les esperaban, al arrancar la segunda guerra mundial.

La obra tuvo un impacto significativo en ciertos círculos espirituales y filosóficos, y desde entonces se ha traducido a varios idiomas. De ahí se desprende el Movimiento Internacional del Grial (MIG), como organización espiritual fundada en Alemania en 1949, posterior a su muerte que fue el 6 de diciembre de 1941 en Kipsdorf (Montes Metalíferos de Sajonia), lugar en el que pasó los últimos años de su vida bajo vigilancia de la Gestapo.

He leído algunos capítulos de su obra, entiendo que el puño de su mano está dirigido por el contexto histórico que le tocó vivir, sus palabras son una red que contiene, que da aliento y quiza sentido. Lo envuelven el infierno de dos guerras, el sinsentido de la devastación. Así como muchos otros, él propició una propuesta a un cuestionamiento, buscando encontrar respuestas a lo que estaba pasando y esto me genera admiración.

Puedo o no estar de acuerdo con muchas de las posturas que plantea, pero hoy a más de  ochenta años de ese tiempo, creo que el libre albedrío se teje en las premisas que buscan respuestas, que no se quedan con lo aprendido; que rompen estructuras y las replantean. Me da la impresión que la evolución y la trascendencia se fincan ahí, en el replantearse, en vaciarse para llenarse de nuevo, en el aprendizaje que genera el paso de tantos antes de nosotros.

Sin duda hubiera sido un gozo conocerlo, preguntarle, pasar horas escudriñando en sus ideas, pero es justo cuando alguien decide poner en la escritura su sentir, que aparece la posibilidad de tocarlo y de hacer de uno lo que crea que es nutricio para sí. Me quito el sombrero, las botas y un suspiro de completud llena mi cuarto. He quedado satisfecha con mi incursión y me siento plena con lo que descubrí, ahora a dormir y a encontrarme con tantos otros en mis sueños, a viajar por lugares extraños, a ver quien se me aparece para picar mi curiosidad.

Por DZ

Claudia Gómez

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