El Papa Francisco concluyó este lunes su primer viaje a Asia, retando a las Coreas a rechazar “la actitud de sospecha y confrontación” que nubla sus relaciones y que encuentren caminos para forjar la paz en la península dividida por la guerra. Francisco celebró una misa de reconciliación en la principal catedral de Seúl a … Continued
El Papa Francisco concluyó este lunes su primer viaje a Asia, retando a las Coreas a rechazar “la actitud de sospecha y confrontación” que nubla sus relaciones y que encuentren caminos para forjar la paz en la península dividida por la guerra.
Francisco celebró una misa de reconciliación en la principal catedral de Seúl a la que asistió la presidenta surcoreana Park Geun-hye, así como algunos desertores norcoreanos. Fue el último acontecimiento de un viaje de cinco días que confirmó la importancia de Asia para este pontificado y para la Iglesia católica en su conjunto, dado que la Iglesia es joven y creciente aquí, mientras que se está marchitando en suelos tradicionalmente cristianos como en Europa.
En un momento conmovedor al inicio de la misa, Francisco se inclinó y saludó a siete mujeres, muchas de ellas sentadas en sillas de ruedas, quienes fueron esclavas sexuales de soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas le entregó al Papa un broche con la imagen de una mariposa —un símbolo del sufrimiento de estas mujeres- que el pontífice se colocó de inmediato en su ropa y mantuvo durante toda la misa.
Cerrando un viaje que le permitió un acercamiento con China, Corea del Norte y otras naciones que no tienen relaciones con la Santa Sede, el Papa Francisco dijo en su homilía que la reconciliación solo se puede lograr con el perdón, aunque parezca “imposible, impráctico e incluso en ocasiones repugnante”.
“Oremos, entonces, por el surgimiento de nuevas oportunidades para el diálogo, reencuentro y la resolución de diferencias, por que continúe la generosidad para proveer de ayuda humanitaria a aquellos con necesidad, y por un mayor reconocimiento de que todos los coreanos son hermanos y hermanas, miembros de una familia, un pueblo”, dijo el pontífice.
Fue un tema que Francisco colocó desde el inicio de su visita, que fue ensombrecida por el disparo de cinco cohetes de Pyongyang al mar. El gobierno de Corea del Norte dijo posteriormente que los lanzamientos no tuvieron ninguna relación con la visita del Papa, sino con la conmemoración del 69 aniversario de la independencia de Corea de la ocupación japonesa.
Antes de la misa, el cardenal de Seúl, Andrew Yeom Soo-jung, entregó a Francisco una corona hecha con alambre de púas tomado de la fortificada zona desmilitarizada que separa las dos Coreas. “Ut unum sint” (Que sean uno), dice en latín la inscripción, una frase invocada usualmente cuando se reza por la unidad entre católicos, ortodoxos y otros cristianos, pero que tiene un significado totalmente nuevo en el contexto coreano.
En su homilía, Francisco dijo que el pueblo coreano conocía bien el dolor de la división y conflicto, y que los instaba a reflexionar sobre cómo pueden, individualmente y como pueblo, trabajar por la reconciliación.
Los exhortó a “rechazar firmemente una actitud modelada por sospecha, confrontación y competencia, y a que en lugar de ello modelen una cultura de la enseñanza del evangelio y los valores tradicionales más nobles del pueblo coreano”.
Con información de AP