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La policía española impide a cientos de personas manifestarse
CABALAR (EFE) / ATLAS

Las protestas por la visita de Angela Merkel a Santiago, España, y contra las políticas de austeridad reunieron a unos cientos de personas en las inmediaciones de la Plaza del Obradoiro, donde la alemana y el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, hicieron un pequeño recorrido a pie desde el lugar de su reunión hasta la catedral.

Aunque la manifestación fue relativamente tranquila, se produjo un momento de tensión cuando el grupo —fundamentalmente militantes de partidos de izquierda y nacionalistas— trató de acceder a la plaza y forcejeó con el cordón policial. Los agentes exhibieron sus porras y golpearon a algunos de los que encabezaban la marcha, que finalmente acabaron retrocediendo.

A unos cientos de metros, en la plaza de la Quintana, al otro lado de la catedral, se habían concentrado cientos de personas con pancartas y banderas nacionalistas gallegas.

Había pancartas en alemán, con lemas contra la troika y las políticas de austeridad, y una pareja disfrazada de Merkel y Rajoy, con la figura de la canciller arrastrando al presidente español de una correa atada al cuello.

Los incidentes se produjeron cuando el grupo abandonó la Quintana con el propósito de llevar la protesta al Obradoiro, justo en el momento en que Rajoy y Merkel ofrecían su conferencia de prensa en uno de los edificios de la plaza. “¡Libertad de expresión!”, “¡Queremos entrar en nuestra plaza!”, gritaban los manifestantes. La policía lo evitó. Tras la intervención policial, la marcha se retiró unos metros y ya no volvió a intentar más acometidas.

Allí se encontraba también el pequeño grupo de activistas por la memoria histórica, encabezados por un hombre de 94 años, el gallego-argentino Darío Rivas. Hijo del último alcalde republicano de Castro de Rei (Lugo), asesinado por los falangistas, Rivas fue el promotor de la querella en Argentina por los crímenes del franquismo. Su propósito era entregar una carta a Merkel para reclamarle que pida disculpas por el apoyo de la Alemania nazi a los militares sublevados contra la II República.

“No quiero indemnizaciones ni nada de eso. Solo que pidan disculpas”, explicaba el anciano, arropado, entre otros, por el escritor gallego Manuel Rivas. “Yo conozco Alemania, respeto a la señora Merkel y creo que puede hacerlo”.

Darío Rivas se situó en primera fila tras el cordón y, cuando Merkel y Rajoy pasaron a su lado, les llamó. Ambos hicieron amago de detenerse, pero los escoltas impidieron que les entregase el escrito, que, entre otras cosas, decía: “Llevamos meses escuchando repetidamente hablar del pago de la deuda española a Alemania, pero también existe una enorme deuda del país del que usted es canciller hacia las víctimas de la dictadura franquista en España”.

Con información de El País