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China y Rusia ganan presencia en América Latina
Foto de AP

Los líderes de China y Rusia realizan visitas simultáneas a América Latina y están siendo recibidos con los brazos abiertos por algunos de los gobiernos más hostiles hacia Estados Unidos, incluidos los de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Sus prolongadas visitas, que incluyen paradas en Argentina y Brasil, dos naciones que se han distanciado de Estados Unidos en tiempos recientes, reflejan la mezcla de ideología e imperativos económicos que les permiten expandir su influencia en las propias narices de Estados Unidos.

“Estos son todos países que generan interrogantes en Estados Unidos”, comentó Kevin Gallagher, economista de la Boston University especializado en las relaciones chino-latinoamericanas. “Va a ser necesaria una buena dosis de relaciones públicas para que ciertos círculos fóbicos no lo interpreten como una alineación abierta con gobiernos izquierdistas que no se llevan bien con Estados Unidos”.

Vladimir Putin, presidente ruso, y su colega chino Xi Jinping dicen que sus visitas buscan ampliar los lazos comerciales, no debilitar la influencia de Estados Unidos. Simplemente aprovecharon su presencia en Brasil para asistir a una cumbre de las naciones del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

En la cumbre se acordó la creación de un banco de desarrollo de 100.000 millones de dólares, que aspira a ser una alternativa al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los cuales son vistos como muy alineados con Estados Unidos.

Antes de llegar a Fortaleza, la ciudad costera brasileña donde tuvo lugar la cumbre, Putin hizo su primera visita en más de una década a Cuba, donde resaltó la reciente decisión de condonar el 90% de la deuda de la isla con Moscú y anunció acuerdos para invertir en la industria petrolera. También hizo una sorpresiva escala en Nicaragua, donde se reunió con el presidente Daniel Ortega, y firmó un acuerdo sobre energía nuclear con Argentina.

Xi planea visitar Cuba y Argentina durante su gira de nueve días, y hacer una escala en Venezuela, que en años recientes ha obtenido más de 50.000 millones de dólares en préstamos a ser pagados con petróleo, que la hacen la principal receptora de financiación china en la región.

De las dos visitas, la de Xi es la que ha generado mayor interés. Mientras que el viaje de Putin es visto como una forma de provocar a Estados Unidos para contrarrestar lo que interpreta como una interferencia norteamericana en Ucrania y Europa Oriental, dos áreas de influencia rusa, China ha reemplazado a Estados Unidos como el principal socio comercial de una nación tras otra.

China ha registrado un crecimiento descomunal de su economía en la última década y su demanda de petróleo, soja y mineral de hierro ha llenado las arcas de los productores sudamericanos. Las compras de bienes de la región se multiplicaron por 20 desde el año 2000, según el Banco Interamericano de Desarrollo.

Pero a medida que las economías de China y de América Latina comenzaron a desacelerarse como consecuencia de la crisis financiera mundial, surgieron roces, especialmente entre Argentina y Brasil, cuyos productores están pidiendo protección de las importaciones de bienes chinos baratos con los que no pueden competir.

“La luna de miel se terminó y todos tratan de manejar la relación de modo tal que puedan sacar los mayores beneficios posibles y limitar los costos”, dijo Gallagher.

No está claro qué hará Xi con el creciente poder de China. Durante su primer viaje a América Latina como jefe de estado hace un año visitó tres de los países con economías más abiertas de la región –México, Costa Rica y Trinidad y Tobago–, en lo que algunos observadores consideraron como un visto bueno a las políticas de mercado libre que promueve Estados Unidos desde hace años.

Pero en este segundo viaje ha recorrido países cuyas políticas alejaron a los inversionistas y que están al borde de graves crisis. Sobre todo Argentina, que libra una feroz batalla legal con inversionistas estadounidenses para evitar un segundo default en 13 años, y Venezuela, cuya economía está siendo azotada por una escasez generalizada de productos y una inflación superior al 50%.

Si bien ambas naciones necesitan desesperadamente inversiones extranjeras y tienen abundante petróleo que China puede comprar a buenos precios, sus esperanzas de un rescate financiero chino tal vez sean desmedidas ya que Xi no es inmune a los desafíos que enfrentan los inversionistas, según Dan Restrepo, quien sirvió como el principal asesor del presidente Barack Obama en temas de Latinoamérica.

“Si no consiguen atraer inversiones chinas ahora, se pondrá de manifiesto lo aislados que están estos países desde un punto de vista financiero”, sostuvo Restrepo en una entrevista telefónica desde Washington.

Xi no ha dicho por ahora si usará su chequera en este viaje o si aprovechará para tirar dardos a Estados Unidos, como hizo Putin en Cuba, cuando festejó el surgimiento de una “América Latina unida y políticamente independiente” y criticó el bloqueo comercial estadounidense de la isla, que ya lleva más de medio siglo.

“Las grandes distancias no borran una amistad íntima”, expresó Xi, citando un antiguo poema chino, en una entrevista escrita con varios diarios latinoamericanos al describir el estado de las relaciones con la región.

Cualquier cosa que diga o haga, será seguida de cerca en Washington.

“No hay duda de que hay cierta ansiedad en torno a las intenciones de China, sus capacidades y la posibilidad de que le cree problemas a Estados Unidos”, afirmó Richard Feinberg, ex especialista en Latinoamérica del Departamento de Estado y quien hoy colabora con la Brookings Institution. “Lo concreto a esta altura es que estamos viendo una China mucho más confiada y segura”.

Con información de AP