El punto de arremeter con furia y todos los epítetos posibles contra aquellos que se atreven a contradecirlo, que no lo apoyan en sus designios o que no piensan como él
* Su exabrupto con la CEM le puede costar muy caro a López Obrador
* En México hay millones de obradoristas, pero los católicos son más… ¡muchos más!
* El Plan ‘B’ del Presidente ya tiene un verdadero enemigo de peso
NO ENTIENDE QUE NO ENTIENDE.- Ya metido de lleno en lo que podemos considerar como la recta final de su gestión, el Presidente Andrés López Obrador sigue aferrado en pelearse con todo y con todos. Jamás tomó en serio su promesa de campaña de que él se encargaría de unificar a México y a los mexicanos. Prefirió apostarle al encono, al insulto, a la descalificación, a la burla, al desprecio y al menosprecio. Y, como Darth Vader, el oscuro personaje cinematográfico de la saga “La Guerra de las Galaxias” de George Lucas, el tabasqueño optó por aplicar, desde su patíbulo mediático (la conferencia mañanera de Palacio Nacional), la enfermiza división de que “si no estás conmigo, eres mi enemigo”. Y así, de lunes a viernes (incluso algunos fines de semana), desde muy temprano, el Primer Mandatario arremete contra todo y contra todos: Contra el Instituto Nacional Electoral (INE), contra el Poder Judicial, contra la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), contra los empresarios, contra los activistas que están favor de distintas causas, contra los niños enfermos de cáncer, contra los periodistas, contra los que organizan marchas que son ajenas a su causa. El etcétera es interminable. El punto de arremeter con furia y todos los epítetos posibles contra aquellos que se atreven a contradecirlo, que no lo apoyan en sus designios o que no piensan como él. Y así, ya transcurrieron mil 543 días desde ese no tan lejano 1º de diciembre de 2018, fecha en la que juró actuar como el Presidente de todos los mexicanos.
O ES BLANCO O ES NEGRO.- El Presidente comenzó la semana con un nuevo blanco al cual atacar y vilipendiar: La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que el pasado fin de semana dio a conocer su opinión sobre la nueva reforma electoral que pretende imponer el tabasqueño y que en estos momentos se discute en la Cámara Alta. Su famoso Plan “B”. Desde su trinchera, los obispos mexicanos, en voz de monseñor Ramón Castro Castro, secretario general de la CEM, manifestaron su preocupación por diversos señalamientos que se han hecho, desde diversos sectores de la sociedad, sobre irregularidades en el proceso legislativo y sobre el contenido de modificación a diversas leyes electorales. O sea, válida y genuinamente el CEM está ofreciendo el argumento de que se deben respetar los principios constitucionales y también que se garanticen elecciones libres y justas en todo el país. Con eso bastó para que el Presidente montara en cólera y se le fuera a la yugular a toda la Iglesia católica y a sus representantes, a quienes acusó de apoyar al bloque conservador, cosa que no le sorprende, pues para él las élites de todas las corporaciones se unen, se alimentan y se nutren. Acto seguido, los desestimó y reconoció como al único referente del catolicismo al Papa Francisco y que su representación en México para él ya no tiene ningún peso específico porque se atrevieron a cuestionar su reforma electoral. Resumiendo: “Si no estás conmigo, eres mi enemigo”.
UN COSTO POLÍTICO DEMASIADO ALTO.- No habrá poder alguno que logre mover una micra de su postura al Presidente López Obrador. Para él no hay medias tintas. Sin embargo, en esta ocasión, se está negando a ver la fotografía completa de la situación y eso le acarrearía repercusiones, porque al desestimar y denostar a la CEM se estaría rehusando a reconocer el poder que tiene la Iglesia católica en un país como el nuestro, pues de acuerdo al censo de población de 2020 en México tenemos aproximadamente a 98 millones de connacionales profesando la religión católica. Seguramente el Jefe del Ejecutivo no se ha preguntado cuántos de estos mexicanos tienen una mica para votar en sus manos y el peso específico de ponerse con Sansón a las patadas contra el verdadero tigre. Estamos frente a un escenario sumamente delicado en el que la llamada Cuarta Transformación no se ha puesto a medir sus reales alcances y consecuencias.
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