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A los cuatro meses con 28 días, llegó finalmente el muerto. Un muerto con una fuerza simbólica de dimensiones extraordinarias: maestro, 65 años de edad, jubilado desde hace ocho, con “dificultades para desplazarse”, relatan sus compañeros. Muy querido por el movimiento. Claudio Castillo Peña. Habrá que recordar el nombre.

Como si esos atributos no resultaran suficientes, la narrativa que la Ceteg construyó ayer temprano, antes de que despertara el Gobierno Federal, es apabullante:

El subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, ofreció el día 11 celebrar una mesa de trabajo con los maestros, el martes 24 en Acapulco.

Miranda canceló el lunes 23 por motivos de agenda.

En respuesta al desaire, la Ceteg se inconformó y marchó por el Boulevard de las Naciones al lugar donde sería la cita con Miranda: el Fórum de Mundo Imperial. Ahí se asentaron.

Horas más tarde, decidieron “en colectivo” instalar un plantón y avanzar al aeropuerto. La Policía Federal lo impidió. Al caer la noche, se dio el enfrentamiento.

Saldo del enfrentamiento: heridos, detenidos y muerte del maestro Claudio: traumatismo cráneo encefálico (el Gobierno Federal dice que fue por aplastamiento).

“Cuando ya estaba herido, un grupo de la Policía Federal llegó para quitar a los paramédicos que lo estaban atendiendo y seguirlo golpeando”, me cuenta Manuel Salvador Rosas, de la comisión política de la Ceteg, el hombre a quien el destino le deparó dar a conocer la noticia del primer muerto de las protestas post-Ayotzinapa. “Luego, ellos mismos lo llevaron detenido a un hospital y ahí se murió”.

La Ceteg niega tajantemente la responsabilidad por la embestida del camión que disparó la violencia. Alude que no solo se atropelló a los policías de la primera línea, sino a mujeres que encaraban a la autoridad. Refiere una provocación y un código de la policía, el 10-4, que, según esto, activó a los federales para “iniciar la represión contra el movimiento”.

¿En dónde demonios estaba el subsecretario Miranda? ¿Es cierto que canceló por problemas de agenda? Lo que haya sido, por traumatismo o aplastamiento, le ha entregado un muerto a la Ceteg. Unas horas antes del quinto mes de la noche de Iguala. Y le ha regalado frase y consigna. “El movimiento no termina, tenemos que poner en alto el nombre de nuestro compañero Claudio, al que se le arrebató la vida”, remata Manuel Salvador Rosas.

Hay fatalidades muy difíciles de sortear. A la incierta y no muy eficaz estrategia para lidiar con las protestas en Guerrero deberá agregarse ahora la cancelación de Acapulco. El muerto de la agenda del subsecretario Luis Miranda.

MENOS DE 140. Como no se ha pagado a las empresas, no hay compromiso para que la Línea 12 se reabra en noviembre. Así las cosas.