Espero que los muchos que nos negamos a hacer el juego al peor capricho lopezobradorista haga reaccionar al Poder Legislativo y proceda a enmendar las múltiples fallas de la Reforma al Poder Judicial
LIC. GUADALUPE TADDEI,
CONSEJERA PRESIDENTA,
INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL:
+Donde hay poca justicia es
un peligro tener razón.
Francisco de Quevedo
En las reuniones a las que asisto, amigos y familiares suelen preguntarme si deben o no ir a votar para elegir a los impartidores de justicia el próximo 1º de junio. Como respuesta me limito a explicarles lo que sé sobre estos comicios, haciéndoles la aclaración de que nunca he estado de acuerdo con el contenido y procedimientos de esta Reforma al Poder Judicial (RPJ).
De que se necesitaban ajustes y mejoras en el Poder Judicial ni duda cabe; sin embargo, no he encontrado un solo elemento virtuoso en esta RPJ, doña Guadalupe. De lo anterior he dado reiterado testimonio en este espacio.
Lo primero que hago es preguntar a mis amigos y familiares si saben cuáles son los distintos cargos en disputa, porque no es lo mismo un ministro de la Corte que un juez de distrito, y si tienen alguna ligera, ligerísima idea de quiénes están contendiendo. Obviamente, la respuesta es que nadie sabe nada, ni poquito, licenciada Taddei. Luego entonces, ¿cuál sería la calidad de su voto? Ninguna.
Tal nivel de ignorancia no hará ni más democrático, ni mejor conformado al Poder Judicial; los ganadores de los cargos serán quienes se vean beneficiados por el acarreo morenista y/o el azar. Lo grave del asunto es que dichos factores no garantizan una mejor impartición de justicia, con lo cual se invalida uno de los principales objetivos de la RPJ.
Algunos de mis oyentes han jugado con la idea de acudir a la urna y anular su voto. A ellos les explico que sufragar, aun para cancelar su voto, es legitimar la elección y un gasto inútil de tiempo. En principio, anular el sufragio parecería una contradicción con legitimar los comicios, pero no lo es; al asistir a la casilla el ciudadano está dando más que menos por bueno el proceso para dirimir los cargos; o sea, lo está legitimando.
Por otra parte, el acto de anular el voto -como podría ser tachar toda la boleta- no explica la causa ni los motivos para hacerlo; un ciudadano muy responsable podría anular su sufragio por no conocer a los candidatos ni estar en condiciones de distinguir cuál de ellos es el mejor, pero sí estaría de acuerdo con la RPJ.
Hay un segundo factor que hace inútil la anulación del voto como acto de protesta. Permítame, señora consejera presidenta, una explicación numérica para los lectores que nos acompañan: de acuerdo con las normas electorales de conteo, si a una casilla acuden 100 ciudadanos, de los cuales 80 sí se decantan por el número permitido de candidatos en cada boleta y los otros 20 cancelan su sufragio, a la hora de la contabilidad, esos 80 ciudadanos se convierten en el 100% de los votos válidos; los otros 20 se van directito a la nada. Luego entonces, ¿para que acudir a la urna?
En términos logísticos hay otro obstáculo. El INE, justo es reconocerlo doña Guadalupe, hizo su mejor esfuerzo para simplificar la boleta y hasta produjo un tutorial para los sufragantes potenciales; incluso así, la boleta es compleja y muy distinta a la que estamos acostumbrados. A lo que voy es que en una misma boleta aparecerán decenas de nombres para elegir cinco -pueden ser más o menos- y eso para cada uno de los cargos en disputa. Los cálculos del Instituto que usted preside es que sufragar le tomará al ciudadano alrededor de 10 minutos; me temo que son cuentas alegres, licenciada Taddei. Aun así, me atrevería apostar que no habrá largas filas en los centros de votación, porque la ignorancia y el desánimo es lo que hasta ahora ha dominado el proceso electoral del 1º de junio.
Pasemos a un elemento de altísimo riesgo en esta elección: las boletas no utilizadas NO serán canceladas en la casilla, sino en el INE. En los comicios habituales, los funcionarios de casilla cuentan las boletas no utilizadas, las cancelan y registran el número resultante. La suma de las boletas no usadas con las boletas que se encuentren en las urnas debe ser el mismo número que las boletas entregadas a la casilla.
Este candado es el que ha evitado las urnas embarazadas y otras manipulaciones y, por lo tanto, de la máxima relevancia para la seguridad y transparencia de las elecciones. Pero no lo tendremos el 1º de junio. Al INE -colonizado, dicho con todo respeto- llegarán las boletas en blanco; hasta ahora, el Instituto no ha explicado cuál será el procedimiento de seguridad a aplicar para que no se les dé mal uso.
Nunca he faltado a mi deber ciudadano de sufragar, doña Guadalupe. Espero que los muchos que nos negamos a hacer el juego al peor capricho lopezobradorista haga reaccionar al Poder Legislativo y proceda a enmendar las múltiples fallas de la Reforma al Poder Judicial.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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