Lo de Noroña con Moreira es un momento tiránico que ilustra bien el mar de fondo autocrático que se impone paso a paso sobre la república
Cuando las cosas llevan fondo, todo puede ser sintomático de lo que sucede. El fondo de la vida política de México es que va camino a una autocracia.
Tiene ya establecidas en la Constitución normas que permiten establecer un régimen tiránico, autocrático o dictatorial, con un diseño adjunto de estado policiaco.
¿De quién depende establecer ese régimen? Del gobierno en turno y de su fraudulenta mayoría legislativa.
La dictadura y el estado policial no se están ejerciendo como tales, o no completamente, pero están en proceso de aterrizaje.
Mucho de lo que vemos venir del Congreso, de las iniciativas legales de la Presidencia, así como de sus negativas a la transparencia y de sus absoluciones a las pillerías y delitos de sus correligionarios, hablan del mar de fondo de nuestra vida pública aluden a él.
Así la anécdota del impresentable presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, negándole untuosamente la palabra a su par, el senador Rubén Moreira, porque le pareció que Moreira se salía del tema acordado para su intervención.
En el curso de la anécdota, me enteré de que Noroña ejercía su capricho de censor con apoyo en una nueva disposición reglamentaria, mediante la cual, en efecto, puede cortarle el micrófono durante los debates a quien juzgue que lo merece por no estar en tema o por rebasar su tiempo o por lo que el presidente decida.
Vale decir que el presidente del Senado puede censurar a sus pares con apego al reglamento, en ejercicio de sus poderes legales.
El exceso es sintomático de la lógica de la acumulación del poder absoluto. La oposición en el Senado no tiene poder alguno para cambiar las decisiones de la fraudulenta mayoría constitucional que rige ahí. Pero a esta fraudulenta mayoría no le basta con no tener oposición, sino que tampoco quiere oírla: ni siquiera oírla.
Puede callarla cuando le molesta lo que dice, y la calla, porque no sólo quiere a la oposición neutralizada, sino también callada.
Lo de Noroña con Moreira es un momento tiránico que ilustra bien el mar de fondo autocrático que se impone paso a paso sobre la república.
¿Ex república?