Elecciones 2024
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Me voy a aventurar a decir esto, pero quizá tenga razón o me acerque de manera tajante, a que somos millones de mexicanos que desde marzo del año pasado nos hemos privado de abrazos y cercanías con la gente que queremos.

Nos hemos aislado lo más posible y razonable para evitar contagiarnos, algunos la hemos librado y otros tantos con todo y las limitantes que conlleva una pandemia como esta, no han corrido con la misma suerte.

Nos hemos concentrado en resistir un mes y otro mes, como una carga que se acumula en la espalda, en las ojeras, en las ansias, en la fatiga, en el estrés y en el incalculable deseo por ver a los y las amigas, abrazar a nuestros padres, correr a casa de los abuelos a las comidas del domingo o simplemente salir sin miedo.

Eso como un ligero acercamiento a la humana cotidianidad que teníamos, sin ignorar la pesadilla que otros tantos millones de mexicanos han vivido al contagiarse, a no encontrar médicos o camas disponibles en los hospitales o clínicas cercanas, a las familias que han desaparecido en cuestión de días por no haber encontrado ningún tipo de tratamiento oportuno.

México contrastado, entre los políticos que se contagian y en la gran mayoría no pasa nada, y la gente de calle que se contagia y muere repentinamente.

Un virus que fue tomado a la ligera desde un inicio por las autoridades, una pandemia siempre controlada ante los ojos de quien se ha negado a ver una realidad que nos ha colocado en el epicentro más mortal del Covid19 en América Latina, según los datos publicados por Bloomberg.

La tasa de muertes per cápita en México ahora es la 15 más alta del mundo, y hoy a 24 de febrero del 2021 se confirman 2 millones 60 mil 908 casos de contagio y 182mil 815 muertes a causa del virus.

Tan solo en las últimas 24 horas dieron positivo más de 8mil personas y fallecieron 1,006. La vacunación suena lejana, y la desconfianza va en aumento.

Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador quien se ha aferrado a mostrarse poderosamente invencible, incansable y escrupuloso a la pandemia que ha paralizado al mundo entero, ha continuado con su apatía a los muertos y a las medidas preventivas, como el uso del cubre bocas y la sana distancia.

Desde el día de ayer recibió a su homólogo del país argentino, Alberto Fernández en Palacio Nacional en donde repitió su postura de no utilizar cubre bocas, ni tampoco dejar de estar cerca y tocarlo cuantas veces pudo en el brazo, hombro o espalda.

Solo en el acto protocolario de bienvenida el argentino portó su cubre bocas, para más tarde quitárselo y ponerse al mismo tono que su anfitrión.

Hoy estando presentes en el estado de Guerrero, ambos conmemoraron la celebración de los 200 años del Plan de Iguala y el Día de la Bandera con un tremendo abrazo de quienes no guardan ni un mínimo de respeto para su gente.

Fernández casi llegó a México en una especie de huida tras el escándalo del “Vacunatorio VIP”, en donde el ahora ex ministro de Salud, Ginés González y el gobierno del actual presidente, dieron la orden de que alrededor de 70 personas cercanas a ellos recibieran la vacuna Sputnik, sin contar con los requisitos de ser personal médico o mayores de 60 años.

Un escándalo que salió a la luz gracias a la inoportuna declaración del periodista Horacio Verbitsky en plena entrevista radiofónica donde presumió haberse vacunado gracias a su amigo Ginés.

En fin, López Obrador y Fernández, dos hombres que han aplicado la máxima de culpar a otros cuando no les han salido las cosas como han querido. Toda crisis que aparece se rescata como una herencia de los gobiernos anteriores, al igual con la inminente división entre los ricos y los pobres y de este lado con los fifís y los seguidores fieles de la 4T.

Fernández dijo en Palacio Nacional que él y López Obrador pasarán a la historia como los presidentes de la pandemia. “Gobernar en pandemia es gobernar lo desconocido, lo que no se conoce. Es luchar contra un enemigo invisible que nadie sabe por dónde ataca y por lo tanto todos debemos ir aprendiendo en el camino cómo enfrentarlo”.

Detalle que vuelve a contrastar en esta imagen que capturó el fotoperiodista David Guzmán de la agencia EFE, en donde sin ningún tipo de medida preventiva se acercan, se dan la mano y concluyen en un fuerte abrazo.

Más de dos millones de contagios en ambos países, políticos que han seguido la misma hoja de ruta de no utilizar el cubre bocas. Dos líderes que pasarán a la historia por haber olvidado ser empáticos con la gente cuando el mundo entero se detuvo por un virus, en efecto, como decía Fernández en su discurso, que no sabemos ni por dónde ataca.

Siendo ellos un ejemplo de esperanza y de autoridad, han desconocido por completo la gravedad y la emergencia sanitaria en sus respectivos países.

Un abrazo que representa la falta de empatía y el desinterés ante cientos de miles de familias que están viviendo una pesadilla en este momento en materia económica y sanitaria.

Vaya descaro.

Un abrazo descarado - c7d7b9803924421a96428ba590ffdff7b54600aaw
Foto: David Guzmán/EFE