Los mercados bursátiles registraron importantes caídas por las posibles consecuencias de los impuestos anunciados por el presidente estadounidense
Cómo todo bravucón de cantina, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pensó que iba lanzar su ofensiva arancelaria y todo el mundo iba, digamos, a no hacer tantas olas. Sin embargo, como decía una monjita española del colegio donde estudié, el presidente Trump no se fue de rositas. Sus acciones tuvieron consecuencias.
China, el enemigo comercial número uno de Estados Unidos, alzó la voz e impuso al país de las barras y las estrellas aranceles de 34%, medida simétrica a la tomada por Washington contra todos los productos chinos que llegan a su territorio estadounidense.
El que China resultara “respondona” no le gustó al inquilino de la Casa Blanca, que de inmediato lanzó una amenaza al país oriental: o retira los aranceles o impondría otro 50% de impuesto a todos los productos chinos que lleguen a su territorio.
De gravar las exportaciones del “gigante asiático” a Estados Unidos con ese 50% extra, tendrían una carga impositiva de 104% (20 que ya pagaban antes de esta escaramuza arancelaria, más 34%, más 50%).
Pero la reacción china a los aranceles no fue el único dolor de cabeza que tuvo Trump luego de anunciar su escaramuza arancelaria, con la que según él, remediaría los abusos comerciales que el mundo comete contra su indefenso país.
Los mercados bursátiles registraron importantes caídas por las posibles consecuencias de los impuestos anunciados por el presidente estadounidense.
Las pérdidas en los mercados y la consecuente disminución del valor de las grandes empresas que cotizan en éstos, pusieron nervioso a Trump, que en sus redes sociales escribió:
“Estados Unidos tiene la oportunidad de hacer algo que debió hacerse hace décadas. ¡No sean débiles! ¡No sean estúpidos! ¡No entren en pánico (un nuevo partido basado en gente débil y estúpida!). ¡Sean fuertes, valientes y pacientes, y el resultado será GRANDEZA!”
Lo que parece olvidar el presidente Trump es que a esas empresas que “quiere hacer grandes de nuevo”, en lo único que piensan es en sus intereses y no dudarán en actuar, incluso contra el mismo mandatario estadounidense si se ven afectados.
De no encontrar una salida a la turbulencia económica iniciada por Trump, el mandatario estadounidense será recordado como el iniciador de una nueva guerra mundial, una comercial, que ganará el estratega más hábil que, por lo que se ve, no es Donald Trump.
EN EL TINTERO
¿Qué tendrá que hacer la presidenta Sheinbaum para que los legisladores la tomen en serio y discutan las leyes que les envía?
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