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JUAN RAMÓN DE LA FUENTE,

SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES:

 Nativismo: privilegiar a los nacidos

en la propia tierra y rechazar

 a los de fuera.

Belisario Domínguez

Como usted sabe, míster Donald Trump considera que los migrantes  ilegales que han entrado a EUA “envenan la sangre del país” porque tienen “malos genes”. En una posición nativista extrema ha prometido deportarlos;  ¿podrá hacerlo?

Los planes parecen estar en marcha. En EUA existe la Ley de Enemigos Extranjeros, promulgada en el siglo XVIII, misma que sólo ha sido invocada durante el conflicto bélico entre ese país y el Reino Unido en 1812 y las dos Guerras Mundiales. Trump se apoyaría en esa ley aduciendo que EUA se encuentra en una emergencia nacional y es probable que el Congreso, ahora bajo el dominio republicano, apoyaría tal medida.

Así las cosas, Trump estaría en condiciones de echar a andar la Operación Aurora (¡vaya nombre!), que le daría acceso a presupuestos de origen militar para la contratación de 10 mil agentes migratorios, cuya función sería detectar y arrestar migrantes. De pasadita, daría acceso a instalaciones militares para que éstas funjan como centros de detención de migrantes, mientras esperan la deportación. No sería la primera vez que EUA tomara una acción de tal dureza; recuerde la Operación Wet Back que en 1954 deportó un millón de personas en solo un año.

Aunado a lo anterior, don Donald cancelaría todos los programas utilizados durante las administraciones Obama y Biden como parte de una política migratoria más razonable. Sería el caso del programa Parole in Place que actualmente ampara a medio millón de personas, principalmente provenientes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, quienes recibieron un status de protección humanitaria. Para Trump, este programa era una amnistía masiva a delincuentes, lo mismo que el programa Manteniendo las Familias Unidas, el cual protege a personas indocumentadas y que están casadas con residentes legales.

El tercer programa amenzado y tal vez el último en abordar sería la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocida como DACA, el cual da a los llamados dreamers permisos de residencia y de trabajo. En la actualidad hay poco más de medio millón de inscritos en dicho programa, quienes deben renovar los permisos cada dos años y me temo, don Juan Ramón, que el presidente Trump los va a dejar chiflando en la loma.

En total, doctor De la Fuente, con estos tres programas estamos hablando de 2.7 millones de personas.

Los nativistas como Trump alegan que los migrantes incrementan el gasto público en salud y bienestar, mientras no aportan nada, lo cual es falso. Todos los trabajadores -legales e ilegales- pagan impuestos, pero los indocumentados no hacen uso de los servicios de salud precisamente por su condición.

Otro alegato es que no se integran a la sociedad y tienden a la delincuencia, lo cual es otra falsedad, pues lo último que quiere un indocumentado es toparse con un policía. Pero no me crea a mí, doctor De la Fuente, revise los estudios del Banco Mundial los cuales demuestran que los migrantes contribuyen al crecimiento y eficiencia de la economía del país receptor, sobre todo en el largo plazo.

Los migrantes poco calificados hacen labores rechazadas por los locales, ya sea por el bajo salario o lo pesadas que son, mientras que los migrantes calificados mejoran la productividad en todos los sectores de la economía.

Pese a que en la actualidad los cruces migratorios ilegales se encuentran en su nivel más bajo, gracias a la labor de contención hecha por México, Donald Trump no va a variar su posición respecto de los migrantes. Además de que está convencido, cuenta con el respaldo ciudadano para hacerlo. En la 15ª Encuesta Anual de Valores Americanos, elaborada por el Instituto de Investigación Pública de Religión, ¡44% de los encuestados se opone al programa DACA! Imagínese, si los estadounideneses rechazan a personas que llevan un par de décadas viviendo con toda civilidad en EUA, ya se imaginará cuál es su posición sobre los inmigrantes recientes.

Poco importarán a Trump todos los tratados y convenios internacionales que EUA haya firmado sobre la materia, como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Tampoco escuchará lo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados tenga qué decir.

Como sea, quien va a pagar el pato es nuestro país. Es poco probable que el próximo presidente tenga la gentileza de deportar a los migrantes a su país de origen, así que simple y llanamente los va a botar en la frontera y el problema será para México, donde ya esperan miles de personas.

Otro motivo de preocupación para nuestro país es que si deportan a indocumentados mexicanos, las remesas que envían tenderán a disminuir; usted sabe mejor que yo cuánto han contribuido a que nuestra situación económica no sea peor.

¿Qué harán la presidenta Sheinbaum y usted ante tal amenaza económica, social y humanitaria?

México anda mal y de malas, caray.

Con la colaboración de Upa Ruiz

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