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En diez días el presidente López Obrador incursionó mal en dos temas que no son, precisamente, lo suyo: la legalidad y el periodismo.

Hace dos lunes descalificó a los abogados que defiendan a las empresas inconformes con los cambios regulatorios en electricidad, y ayer se refirió a las reporteras y reporteros como si fueran marionetas de sus jefes y patrones.

“Una vergüenza que abogados mexicanos estén de empleados de empresas extranjeras que quieren seguir saqueando a México. Claro que son libres pues, pero ojalá y vayan internalizando (asimilando ideas o emociones que provienen del exterior, en este caso algo así como el juicio del pueblo) que eso es traición a la patria”, espetó.

La reacción inmediata del gremio abogadil (Colegio, Asociación Nacional, Abogados de Empresa y Barra Mexicana Colegio de Abogados) fue que se trató de un “ataque a toda la profesión” porque “la representación legal de los particulares para combatir la reforma energética de ninguna manera puede implicar la realización de actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana. Por el contrario, el ejercicio libre e independiente de la abogacía garantiza el acceso universal a la justicia…”.

El derecho a la defensa de personas físicas y morales, en efecto, es un afortunado y antiguo logro civilizatorio y los abogados tienen clientes, no son “empleados” de patrón alguno. Y si quisieran defender a la patria, se darían de alta en las fuerzas armadas.

Y ayer AMLO demostró que desconoce principios básicos del periodismo, primero al decir que los diarios New York Times, Wall Street Journal y El País carecen de ética por haber publicado sobre la inconcebible candidatura del probable violador Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, y luego al tratar informaciones locales que le incomodan o molestan, al afirmar en su mañanera:

“La mayoría de ustedes son reporteras, son reporteros. Para la gente que no tiene conocimiento, porque no es algo tan familiar, no saben que los reporteros tienen a un director de información. Y por lo general, sobre todo las televisoras, en la mañana los reúnen a todos y se da la orden de qué se va a investigar. Los reporteros lo que hacen es cumplir. Entonces, ¿cómo les vamos a echar la culpa a ustedes? No. Ni siquiera a los jefes de información y responsables de las secciones editoriales; a veces ni siquiera a los directores, porque arriba están los dueños. Es muy poco el periodismo en México que no está vinculado a empresas. Predomina el periodismo empresarial. Es muy injusto que se culpe a un periodista, pues tiene que cumplir con su trabajo; ‘denle otra vuelta a la tuerca, apriétenle más a ver si afloja’, pero dan la orden arriba y ahí se viene en cascada…”.

No. Desde luego no: el periodismo es un oficio de libertades que lo practicamos personas libres; que alienta la libertad, es libérrimo y hasta libertino. Reportera o reportero que acepte una orden o sugerencia que no sea periodística, simplemente, no es periodista…