La imagen de al lado ilustra la mezcla de hartazgo, indignación, impotencia y desesperación de pacíficos oaxaqueños ante el avieso comportamiento del más poderoso y corrosivo grupo de presión que opera en el país: la sección 22 del sindicato nacional del magisterio. Para efectos legales, esa facción de profes acostumbrados a dar la cara a … Continued
La imagen de al lado ilustra la mezcla de hartazgo, indignación, impotencia y desesperación de pacíficos oaxaqueños ante el avieso comportamiento del más poderoso y corrosivo grupo de presión que opera en el país: la sección 22 del sindicato nacional del magisterio.
Para efectos legales, esa facción de profes acostumbrados a dar la cara a sus alumnos únicamente dos o tres días a la semana son “servidores públicos” cuyo modus vivendi es despacharse a su antojo del gasto educativo mediante un modus operandi vandálico y pandilleril.
Era previsible que Enrique Peña llegara a su segundo Informe con las reformas estructurales aprobadas, en particular la energética.
¿Lo rendirá, sin embargo, con la reforma educativa naufragando en Oaxaca y buena parte de Chiapas, Michoacán y Guerrero?
De aquí al 1 de septiembre, por aquello de la relativa “paz social”, pudiera ser explicable que el conflicto siga erosionando la vida en esas entidades pero, a menos que se reconozca el fracaso de la reforma educativa, se antoja imposible que el problema se amorcille más allá de la noche del Grito.