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Un hombre fue ultimado ayer en Moliere y Ejército Nacional, Polanco; y falleció una bebé en el hospital Magdalena de la Salinas: sobrevivió un mes, tras una cesárea urgente practicada a su mamá, poco después de que ésta fuera asesinada durante un asalto en Iztapalapa.

Y mataron a tres en Tepito, dos en la GAM, otro en Iztapalapa, uno en Álvaro Obregón y dos en la Doctores. En total, hasta el anochecer habían sido asesinadas en la CDMX diez personas en el arranque de la semana laboral. Vamos: ni siquiera era fin de semana.

No se debe perder de vista que, de enero a marzo, fueron contabilizados en la CDMX 444 homicidios; mientras que en igual etapa del año anterior fueron 271, en guerras entre bandas, robos callejeros, asaltos a coches y camiones…

Seguramente se trata de un bache de inicio en la nueva administración. En lo que “se ajusta”, digamos. La “curva de aprendizaje”, le denominan también. El caso es que ya van 202 robos en taxis y 717 en combis o microbuses.

Pero vivimos un mal momento para la seguridad pública en todo el país. No es una crisis exclusiva de la capital. Son alarmantes los incrementos registrados por el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, en delitos contra la libertad y seguridad que en el primer trimestre:

  • 58 por ciento en robo en taxis.
  • 143 por cierto en unidades de transporte colectivo.
  • 14.3 por ciento en asaltos en vía pública.
  • 41.9 por ciento abuso sexual.
  • 8.4 por ciento en casa habitación.
  • Hasta 47.7 por ciento en trata de personas.
  • 13.60 por ciento en narcomenudeo.
  • 22.8 por ciento en corrupción a menores.
  • 46 por ciento más de carpetas de investigación por posible extorsión.
  • Ocho por ciento en venta de autopartes robadas.
  • 11 por ciento más en acciones de fraude.

Entre los “ajustes” o “curva de aprendizaje” figura una observación del Instituto Belisario Domínguez a la Estrategia Nacional de Seguridad Púbica, que prioriza el tema de bienes patrimoniales y excluye combate a feminicidios, homicidios, desaparición forzada y tortura.

De todos modos, sobre este apunte del Instituto Belisario Domínguez discutirán mañana los senadores durante los trabajos para dictaminar los primeros temas sobre la estrategia de seguridad que presentó el secretario Alfonso Durazo.

El Instituto Belisario Domínguez insiste en que la Estrategia de Seguridad Nacional no considera prioritaria la protección de la vida, la libertad ni la integridad personal, y tampoco la pornografía, corrupción de menores, turismo sexual o lenocinio.

Sí: está bien otorgar preponderancia a la lucha en contra del robo a los bienes del gobierno y de privados, así como el tráfico de armas.

Pero la inseguridad es mucho más que eso.