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Después de lo de Miguel Ángel Osorio Chong, esto será difícil de probar, pero hay versiones creíbles de que en diciembre, tal como lo hiciera el secretario de Gobernación, el de Hacienda, Luis Videgaray, le presentó la renuncia al presidente Peña Nieto. Pérdida de confianza en los mercados a consecuencia del tema de la casa de Malinalco, habría sido el motivo. Por lo visto, el Presidente tampoco se la aceptó.

La diferencia con Osorio Chong es que Videgaray tiene un fuerte viento en contra. La casa de Malinalco no lo deja en paz ni parece un asunto que mengüe. Hay mucho de fatalidad en esta historia, pues se trata de un hombre que, acaso, cometió un error de cálculo, percepción, exceso de confianza.

Para el presidente Peña Nieto, el infortunio de Videgaray debe ser grave, ya que es el único secretario genuinamente multifuncional del gabinete. Un leal colaborador que ha sido estratega, organizador, operador, negociador, financiero, embajador, vocero.

La adversidad, sin embargo, ha comenzado a debilitar su mítica concentración. Solo así se entendería que, por ejemplo, le revelara en entrevista a Carlos Marín que para la casa de Malinalco obtuvo un crédito de una filial de la satanizada constructora Higa a una tasa de ganga, de regalo. Lastimado, con un párpado cortado y el otro cerrado, Videgaray se volvió a poner contra las cuerdas. Él mismo.

Le pregunté ayer al flamante secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, cuándo comienza el conflicto de interés en este caso: al asumir la Secretaría de Hacienda, o desde que supo que la asumiría.

—Cuando de antemano se detecta la relación del funcionario público y los particulares en el pasado –respondió de forma no muy clara—. Pero eso será una resolución sujeta a un comité de expertos que dará mayor rigor y claridad.

¿Cuántos días de este tipo aguardan a Videgaray? ¿Cuánto le queda como torpedeado secretario de Hacienda, que además recorta el gasto, no consigue destapar la economía y sabe que una larga fila de empresarios lo acechan con el cuchillo en la mano para cobrarle presuntos malos tratos y un aumento de impuestos que no perdonan 18 meses después? ¿Y si no es Hacienda, a dónde podría ir? ¿A una oficina de Los Pinos, como se murmura? ¿En serio?

Hay mucho de drama en la historia del quizá mejor hombre del gabinete que se convirtió en símbolo de oprobio. Ese reino de la deshonra de donde pocos logran salir con vida.

MENOS DE 140 Alejandra Sota explicará hoy los detalles de la denuncia que presentó en Nueva York contra Forbes.