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Según una nota del portal digital de noticias Central —periodismo irreverente—, redactada por Edmundo Velázquez, la semana pasada en el municipio poblano de Chignautla, en el estado de Puebla, el señor Óscar Eduardo Corona Santos, dueño de una taquería, tuvo una idea publicitaria que ni a los genios de Madison Avenue, la avenida donde se encuentran las principales agencias de publicidad del mundo, se les hubiera ocurrido. Junto al letrero con el logotipo que anuncia “Tacos, La Caverna”, mandó poner una lona impresa con la leyenda: “Parecen simples tacos pero están mejor preparados que nuestras autoridades”.

Así, a priori, la idea parece ingeniosa. Lo que se ignora es cómo reaccionó la clientela ante la premisa publicitaria de que los tacos estén mejor preparados que las autoridades municipales de la población poblana donde viven, según el censo del 2010, 30,254 personas. Es evidente que con su frase publicitaria, el taquero Corona Santos quiere destacar la alta calidad de sus productos. Sin embargo, como no sabemos qué tan bien, en razón de estudios y trayectoria política, estén preparadas las autoridades, la comparación, a favor de los tacos, no necesariamente tiene que resultar excelente o, cuando menos, buena. Porque si las personas que forman parte de las autoridades chignautlenses apenas estudiaron la secundaria o tienen una carrera profesional trunca o desempeñan un puesto sin más méritos que el de ser compadres, amigos o compañeros de partido del presidente municipal, el priista Luciano Aparicio Rodrigo, y eso los habitantes de Chignautla lo saben, la comparación entre tacos y los que tienen el privilegio de mandar resulta favorable para los tacos —cualquiera está mejor preparado que las chafas autoridades.

Por el contrario, si el alcalde tiene un doctorado universitario y la mayoría de los regidores poseen estudios superiores, así como una amplia experiencia en el manejo de las cosas públicas, es obvio que por muy buenos ingredientes que tengan los tacos, por muy bien e higiénicamente que estén preparados, el alimento popular estará en desventaja al ser comparado con los aplicados administradores.

Pero es evidente que, con su anuncio cargado de ironía, el dueño de La Caverna quiso destacar la apetecible preparación de sus tacos comparados con el deficiente saber y la nula experiencia de los que gobiernan. Una prueba de mi afirmación es el enojo que causó en la autoridad correspondiente el sarcástico anuncio que provocó que el Regidor del rubro correspondiente le enviara a don Óscar Eduardo Corona Santos, dueño de la precitada taquería, la siguiente carta: “El que suscribe, C. Silvano Lucas Bautista Regidor de Industria, —¡qué apellido tan largo!—, Comercio, Agricultura y Ganadería del H. Ayuntamiento de Chignautla, Puebla, con las facultades que me confiere la Ley de Ingresos en su artículo 32 Fracción VI, artículo 38 Fracción I y de más relativos para el Municipio de Chignautla, Puebla. Ahora bien me dirijo a usted (sic con el que se antoja un taco) de la manera más atenta, con la finalidad de informarle que está prohibida LA COLOCACIÓN DE ANUNCIOS PUBLICITARIOS CON FINES OFENSIVOS A PERSONAS FÍSICAS Y MORALES”.

“A lo cual solicito de la manera más atenta retirar su anuncio publicitario por motivo de la expresión ofensiva hacia las autoridades”.

“Sin más por el momento me despido de usted agradeciendo la atención prestada y esperando obtener respuesta favorable. Atentamente”. Rúbrica y nombre del regidor.

Aquí cabría una jurisprudencia para demostrar dos cosas que la mencionada ley establece. Una, la prohibición de anuncios publicitarios con fines ofensivos. Pregunta: ¿Es una ofensa hacer público que los tacos están mejor preparados que las autoridades? La otra cuestión es que la susodicha ley establece claramente la prohibición de la colocación de anuncios publicitarios con fines ofensivos a personas físicas o morales. Las autoridades municipales, así en abstracto, no son personas morales y mucho menos físicas, por lo tanto, ¿a quién se ofendió con el anuncio?

Esta mañana (lunes) hablé telefónicamente al H. Ayuntamiento de Chignautla, el motivo de mi llamada fue ponerme en contacto con el alcalde o, cuando menos, con el regidor autor de la carta. Deseaba saber la opinión de cualquiera de los dos acerca del suceso aquí narrado. Me contestó una señorita del área de seguridad quien me informó las ausencias del regidor, del alcalde y de su secretaria. Así mismo me hizo saber que, por protocolo, ella no podía decirme el nombre del alcalde. Le expliqué mi carácter de periodista (tal vez peor preparado que los tacos pero periodista al fin). Después de hacerle ver que con sólo decirme el nombre del Edil no faltaría al protocolo. Lo pensó mejor y me dijo de quién se trataba. Luego, gracias a mi zalamería me informó que sólo se quitó la ofensiva lona de la taquería pero que ésta sigue abierta y los tacos bien preparados.

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Un tipo llega de madrugada a su casa. Lo recibe su esposa: —¡Mira nada más, qué horas de llegar. Son las 4 de la madrugada.

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