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¿Qué espera Donald Trump para poner en marcha el proceso de aprobación del T-MEC? A él, le toca enviar al Congreso un documento llamado Implementation Bill. Ese movimiento es imprescindible para activar el proceso legislativo. Mientras el presidente no dé ese paso, el nuevo acuerdo está congelado, poco importa lo que hagan México y Canadá.

Todo mundo sospecha que Donald Trump no ha dado el paso, porque no cuenta con los votos suficientes para garantizar su aprobación. Él no quiere arriesgar “su creación” comercial a una derrota, en víspera de las campañas electorales. Está dando tiempo a Robert Lighthizer, máximo responsable del comercio exterior en el gobierno de Estados Unidos, para amarrar los apoyos necesarios en un Congreso dominado por los demócratas.

La frialdad de los demócratas hacia el USMCA tomó por sorpresa a Lighthizer (y a los negociadores mexicanos) porque el T-MEC fue planteado en las negociaciones tomando en cuenta algunas de las objeciones potenciales que podría plantear el Partido Demócrata. Con ellos en mente se redactaron los contenidos relacionados con la materia laboral y el medio ambiente.

¿Qué tan profundos son los cambios que está haciendo México en materia laboral? Esta pregunta se hacen los legisladores estadounidenses. La forma en que la respondan será clave para definir la aprobación del T-MEC. Los legisladores tienen el poder para evaluar a México y, eventualmente, “castigarnos” con un rechazo del T-MEC, si consideran que no estamos haciendo la tarea.

La secretaria del Trabajo será una de las figuras clave en esta fase. Luisa María Alcalde pasará mucho tiempo en Washington defendiendo lo hecho por el gobierno en materia laboral. Le toca hablar con demócratas y republicanos, para convencerlos y, sobre todo, dejar claro que hay un plan creíble de implementación de la reforma laboral. A favor de la secretaria, está la reforma que México ya aprobó y sus características personales. Ella puede aparecer como la antítesis del charrismo sindical y los dinosaurios, que los políticos demócratas relacionan con lo peor del mundo laboral mexicano. Es una secretaria muy joven, bilingüe, capaz de emitir un mensaje de cambio articulado y moderno. En contra de Alcalde, están muchos años de promesas de cambio no cumplidas y un mundo del trabajo en México que se resiste a cambiar. El anexo laboral del TLC que se firmó en los 90 se quedó en el papel, qué decir de muchos de los compromisos de México en el marco de la OIT.

Además de Alcalde, la promoción del T-MEC en Washington tendrá como protagonistas a los empresarios y al subsecretario de Relaciones Exteriores, Jesús Seade. Son un grupo grande y eficiente, con una red de aliados impresionante, pero con poco margen de maniobra en épocas electorales. Los demócratas harán todo lo que esté en sus manos para complicarle a Trump su camino a la reelección. No le regalarán al presidente el apoyo al T-MEC. De Trump, podemos esperar cualquier cosa: que lance una ofensiva legislativa para lograr la aprobación del acuerdo, que no mueva un dedo en el 2019 o que, en un berrinche, se enfoque en anular el TLCAN que ahora está vigente. Así es Trump, si no hubiera nacido, Stephen King lo habría inventado.