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Difícil interpretar la notoria sonrisa del presidente Andrés Manuel López Obrador ayer, mientras Carlos Slim Helú contaba el siniestro chiste sobre el abortado aeropuerto internacional en Texcoco: “Es uno de mil 600 proyectos, claro, es un proyectote, pero hay mil 600 proyectos de inversión, de infraestructura, de pura infraestructura; entonces, hay un gran campo de inversión…”, comentó, reservándose el dato de que ninguno de esos proyectitos detonará el crecimiento económico y el desarrollo nacional, o si esos otros planecitos serán, como el NAIM, de “clase mundial”.

AMLO se veía tan contento que daban ganas de saber si era porque el ingeniero incluía en su cifra de obras la hoy frenada civilización de la base militar aérea de Santa Lucía, por el gusto de haber llegado a una negociación con las constructoras de gasoductos…, o porque a ningún reportero se le ocurrió preguntar acerca del criminal desabasto de medicamentos para niños que padecen cáncer.

Cualquiera que fuese la razón de su sonrisa, arropado por la crema y nata de lo que definía como una “minoría rapaz”, lo cierto es que el Presidente corrió con la gran suerte de no verse obligado a explicar el desastre del sistema público de salud, ahora ejemplificado por las niñas y niños con cáncer privados de tratamiento por culpa de la ignorante y desordenada burocracia de la 4T.

El grado de improvisación y desconocimiento de responsabilidades en el sector lo ilustra bien, pero dista mucho de ser el único: el titular de Administración y Finanzas de la Secretaría de Salud, Pedro Flores, este lunes dijo a los padres que realizaron su explicable protesta en el aeropuerto una mentira contumaz: “Hay un desabasto a nivel mundial. Si hubiese, no tendríamos por qué tener problemas para abastecerlo”.

Y hasta anoche no había sido despedido.

Lo ridículo del problema se lo expuso a Joaquín López-Dóriga la doctora Mónica Villa, directora del Hospital Infantil de México Federico Gómez: “El metotrexato es un medicamento indispensable que además es insustituible para atender a los niños con cáncer que padecen de leucemia y tenemos trescientos (…). Desde mediados de junio había disminuido la producción pero lo pudimos ir subsanando porque hay varias empresas que lo producen y la semana pasada los medicamentos prácticamente fueron inexistentes (…). Se empezó a buscar en farmacias pequeñas (…). Se agotaron las reservas. Tiene que ver con un asunto muy importante de la Cofepris con la empresa Pisa (…). La Cofepris tiene detenida la producción del medicamento que al parecer es una investigación por una queja (…). Es una medida precautoria… Si la Cofepris lo libera, nosotros estaremos en posibilidades de resolver el problema…”.

La tarántula en el plato sucio de la impericia sanitaria la puso el mismísimo secretario de Salud, Jorge Alcocer: “Si no se da una dosis, puede esperarse unos días. No hay ninguna urgencia y puede sustituirse por otro…”.

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