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Cuando Adán Augusto López profirió la ofensiva tontería de que los tabasqueños son “más inteligentes” que “los norteños”, a su ex jefe de jefes no le importó que a los aludidos (millones de sus gobernados) por poco les dijera estúpidos, ignorantes, ineficaces, brutos y otros antónimos de sus listos, perspicaces, ingeniosos y lúcidos paisanos.

Pero cuando Xóchitl Gálvez dice que “hay una cultura distinta en el sureste del país” y que de su población (mayoritariamente indígena) “nadie va a ir a trabajar ocho horas seguidas”, AMLO se le va encima:

“En todo México se trabaja. En todo el país, pero esta idea de que hay una región que vive de otra (Xóchitl no dijo eso ni que ahí se vive de las demás regiones), no es cierta. Lo que se está buscando ahora es que haya un desarrollo horizontal. Tengo que defender a los mexicanos, no se puede ofender a la gente, sobre todo a los pueblos originarios…”.

La declaración de Xóchitl surgió en el foro del frente opositor en Monterrey, recordando que “cuando trabajaba con Fox quisieron instalar maquiladoras en San Cristóbal de las Casas y les dije que iba a ser un fracaso; que no se pueden implementar los mismos modelos de trabajo en las diferentes regiones del país porque cada una tiene cultura de trabajo diferente y se deben atender las necesidades de cada zona”.

Durante el foxiato, en efecto, se implementó el plan marcha al sur para la instalación de manufactureras a cambio de que el gobierno solventara la nómina del primer semestre, pero no prosperó.

El razonamiento de la señora es lógico: las mujeres indígenas trabajan (y claro que mucho), pero prefieren hacerlo en lugares abiertos, no en galerones ni checando entradas y salidas como el común de obreros y obreras fabriles.

(Los atrios de los templos católicos del siglo XVI en América se inventaron porque los indígenas estaban habituados a celebrar a sus dioses en plazas abiertas y se negaban a que se les mantuviera bajo las cúpulas)

“Mi propuesta es un modelo que responda a su cultura: proyectos de ecoturismo, siembra, cultivo y comercialización de café y miel de abeja orgánicos, talleres artesanales y que nadie quede sujeto a horarios”, dice la precandidata. “A eso me refería el sábado, pero López Obrador no habla del contexto. Mi tema era desarrollo económico sostenible”.

Sobre la nueva descalificación presidencial, revira que se ocupa de ella porque a las corcholatas como Claudia Sheinbaum se les ocurren programas “de sol y playa” que existen en todo el Caribe “o llevar al sureste la Fórmula Uno, inaccesible para los empobrecidos indígenas”.

Y aprovecha el dislate presidencial para decir que AMLO no le tiene confianza a sus prospectos morenistas y morenianos porque “no están a nivel de mis propuestas…”.

Peras o manzanas, López Obrador no ha entendido que entre más ataque a la popular y no populista Xóchitl más la fortalece, y la declinación ayer del panista Santiago Creel a su favor está dejando a la priista Beatriz Paredes mal, pero muy mal parada…