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Llevaron el primer mundo a Iztacalco.  Florestán

Esa leyenda del automovilismo que es Emerson Fittipaldi, comentaba el domingo tras la carrera que marcó el regreso de la Fórmula 1 a México:

Era 1970 y era mi primera vez en México. Ya estaba listo cuando se me acercó Pedro Rodríguez y me dice que no podríamos arrancar, que la gente había invadido la pista y que no habría carrera. El brasileño lo contaba tras el éxito que supuso el regreso del gran circuito mundial a la Ciudad de México después de 23 años.

Fittipaldi ya no dijo, porque no lo vivió, que años después, tras el primer regreso de la Fórmula 1, en 1992 volvió a suspenderse por graves problemas de organización y que al globalizarse el evento, los dueños del circo no querían que se estableciera como un precedente y de ahí lo definitivo y contundente de la sanción.

Y desde entonces México fue excluido, vetado de la F1.

Tuvieron que pasar años, cruzar el nuevo siglo y realizar una serie de gestiones de la mano el gobierno federal vía la Secretaría de Turismo y Alejandro Soberón, de CIE, para que se empezara a hablar de la posibilidad, aún inalcanzable, pero posibilidad al fin y al cabo, de traer el circuito de vuelta.

Lo primero que tuvo que hacer Soberón fue lograr el permiso del Gobierno del Distrito Federal para reconstruir el viejo y abandonado Autódromo de los Hermanos Rodríguez, construido en tiempos del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), a insistencia de los corredores con el Presidente, amante, también, de la velocidad.

El hecho es que, finalmente este fin de semana, después de casi un cuarto de siglo, volvió un evento de clase mundial en una jornada memorable, con una organización impecable que envió al mundo un mensaje: que en México cuando se quiere, se puede.

Y reconocer la gestión de Alejandro Soberón, sin cuya organización y entrega no se hubiera logrado lo que se alcanzó el fin de semana: un Gran Premio de México de clase mundial para admiración y sorpresa del mundo y de nosotros mismos.

RETALES

1. ASISTENTES. El presidente Peña Nieto tomó la decisión de no asistir al Gran Premio y en su representación lo hicieron el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, y su antecesora, la hoy canciller Claudia Ruiz Massieu, quien entregó el trofeo al ganador, Rosberg;

2. VISITA. Fue falsa la versión de que Peña Nieto había invitado al rey Juan Carlos. El monarca emérito fue huésped de la F1 y, como tal, apretó el botón de arranque de la carrera; y

3. CORO. Los que se llevaron la jornada fueron los niños mixes de Oaxaca que cantaron el Himno Nacional. Cuando Bernie Ecleston se acercó a saludarlos y le dijeron que no hablaban español, comentó que ellos hablaban con el corazón. Se conmovió el octogenario que no sabe de eso de sentimientos. Pero los niños mixes son los niños mixes. Gran iniciativa de CIE.

Nos vemos mañana, pero en privado

 

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