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La cúspide del pensamiento rústico de López Obrador llegó a México después que no es presidente: llegó ahora, que el Senado definió por tómbola 711 plazas de jueces en un México que, sin embargo, busca con la actual presidenta, ser ejemplo de aplicación de la ciencia. Parece de orates.

Porque, por un lado, Sheinbaum promete hacer de México “una potencia científica y de innovación”, pero por el otro la senadora de su partido Luisa Cortés García, presentó una iniciativa para que el gobierno federal inspeccione que memelas y quesadillas estén bien confeccionadas.

Y, de ser directora de Tortas Locas Hipocampo, la también integrante del partido gobernante María de los Ángeles Ballesteros, pasó esta semana a dirigir la Comisión de Educación en la Cámara de Diputados. Ballesteros nunca se desempeñó en el sector educativo.

Este gobierno tendrá que realizar un esfuerzo ciclópeo para quitarse de encima el éxito rotundo que tuvo López Obrador con su política pedestre de “noventa por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad”: copia de la tesis chavista de “hay que eliminar la mafia de la ciencia”.

Pareciera imposible convertir a México en “una potencia científica y de innovación”, si lo hace impartiendo justicia y garantizando la ley y el orden, con jueces seleccionados por sorteo. O con legisladoras que, tras vender tortas locas y confeccionar memelas, diseñan las leyes para la educación.

Se asemeja al sexenio pasado cuando, en Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla designó puestos clave a pasantes en Comunicación, a demostradoras de lencería en Vicky Form y Carnival y a personas que debían conocer de agricultura, porque vivían en Milpa Alta.

Así, David Alexir Ledesma fue subdirector y coordinador de comunicación e información estratégica, aunque todavía cursaba tercer semestre de Comunicación, y su mayor experiencia laboral era editar el portal noticioso de Jenaro Villamil, y ser ayudante de Dolores Padierna.

Y Edith Arrieta Meza fue subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, porque venía de una familia campesina de Milpa Alta, y debía conocer de maíces mexicanos.

O María Chávez García fue secretaria Administrativa del Fondo Sectorial, aunque su grado máximo de estudios era la secundaria básica, y su trayectoria empresarial “haber sido demostradora de lencería para las marcas Vicky Form y Carnival Creations México”.

Se entiende que, en medio del desgarriate que estructuró con delectación de artista López Obrador (porque todo lo que destruyó fue a conciencia), el mensaje diario de la presidenta sea “no se preocupen, aunque esto no tenga pies ni cabeza, conmigo podrán hablar”.

Lo dice a empresarios, periodistas, científicos, ciudadanos, a los estadounidenses.

Con ella quizá se pueda hablar. Pero sin instituciones autónomas ni funcionarios capaces, un gobierno es humo, es furia.

Pura anomia.