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Por fin alguien acusó de manera formal al presidente por intervenir en asuntos de otros países. En casi seis años como Jefe de Estado, se metió hasta en las elecciones de Estados Unidos. Ahora, el presidente Ecuador le puso un alto ante la Corte Internacional de Justicia.

Daniel Noboa lo demandó por interferir en los asuntos internos de Ecuador, tras afirmar que su triunfo electoral se debió a una situación rara y oscura, vinculada al narco, porque los perversos usan la violencia sacar provecho electoral.

La escalada verbal del presidente estuvo acompañada de la violación de las normas internacionales al dar asilo en la embajada de Quito a un delincuente del fuero común, Jorge Glas. Noboa respondió con otra violación internacional: asaltó la legación y se llevó al delincuente.

En verdad, tardó mucho la acusación contra el mandatario mexicano por intervenir en los asuntos de otros países, pues no ha hecho otra cosa desde que asumió el 1 de diciembre de 2018: ha hablado hasta por los codos de la política interna de Estados Unidos, Ucrania, Perú, Bolivia…

Visitó a Trump en plena campaña presidencial contra Biden, apareció en un spot electoral de Trump y tardó 42 días en reconocer el triunfo de Biden. Saboteó la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, pidiendo que no fueran a Xiomara Castro, Alberto Fernández y Luis Arce de Bolivia.

Ha dedicado sus conferencias matutinas a criticar al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y hasta pidió una tregua en la guerra que sólo habría servido para que Rusia renovara sus reservas, en medio de una serie de derrotas militares a manos del Ejército ucraniano.

Mandó a su secretario de Hacienda a trabajar como secretario de Hacienda del actualmente preso expresidente de Perú, Pedro Castillo. Sí: contó y manejó el dinero de los impuestos de los peruanos, porque “Pedro Castillo nace en la zona serrana, viene de comunidades pobres”.

Envió un avión militar a extraer de Bolivia al buscado por la justicia expresidente golpista Evo Morales. Anunció que otro avión militar iría a Perú a buscar a Pedro Castillo y, en lo que desató la crisis con Ecuador, dijo que mandaría otra nave militar por el asilado Jorge Glas, del Caso Odebrecht.

La cancillería y Sagalmex armaron una red que intercambió petróleo de Venezuela por diferentes productos para que el dictador Maduro evadiera las sanciones impuestas por Estados Unidos, por capturar el órgano electoral, invadir con solados el Congreso y asesinar opositores políticos.

Viola sus palabras de que “ningún país tiene derecho a meterse en los asuntos de otras naciones”. Porque gobierna como si gobernara un rancho, en una decisión de Estado que limita con el desprecio por la gobernanza.

Claro que sí interviene.