Los próximos meses serán decisivos. La tregua exigida será aún más complicada una vez que inicien las campañas para las elecciones del próximo año. Es ahora o tal vez nunca
Desde su campaña, Joe Biden se comprometió a revertir las políticas de Donald Trump y a impulsar una reforma integral del sistema migratorio. La semana pasada, en su primera intervención ante el Congreso, pidió acabar con la “guerra agotadora” para avanzar en la materia.
Biden ha dado pasos importantes para proteger a los dreamers, detener la construcción del muro y buscar la reunificación de familias. También se ha comprometido a invertir en Centroamérica para atender las causas de la migración.
Y, sin embargo, la reforma prometida aún se ve lejana. Los críticos de Biden presentaron la crisis en la frontera como resultado de su postura ante el tema migratorio. Tal vez por esto, con el pretexto de la pandemia, continúa la expulsión de migrantes que buscan asilo.
El reto mayor es tener una nueva legislación que abra el camino de la ciudadanía a millones de migrantes. La iniciativa ya está en el Congreso, pero no hay garantía de que será aprobada.
Si bien Biden cuenta con una opinión pública mayoritariamente a favor de esa vía a la ciudadanía, la crisis en la frontera mermó parte del apoyo. Al presidente no le va bien en las evaluaciones sobre su manejo de los asuntos migratorios.
Esto no sorprende, pues en este tema las identidades partidistas dividen opiniones y posiciones en el Congreso. Y aunque los demócratas tienen la mayoría en ambas Cámaras, las reglas parlamentarias abren la posibilidad de que los republicanos bloqueen la iniciativa en el Senado.
Ante el Congreso, Biden ya dijo que, de no aprobarse su reforma, al menos había que avanzar en los temas donde es más factible un acuerdo, entre ellos, la protección a los dreamers, la ampliación del estatuto de protección temporal (TPS) y la vía a la ciudadanía para los trabajadores agrícolas.
El ala más progresista de su partido podría rechazar estas propuestas si no son parte de una reforma más amplia. Y así, a pesar de las buenas intenciones y los compromisos asumidos, no puede descartarse que los cambios se empantanen en el Legislativo.
Los próximos meses serán decisivos. La tregua exigida será aún más complicada una vez que inicien las campañas para las elecciones del próximo año. Es ahora o tal vez nunca.