Interpretar mal nuestro pasado nos llevará a entender mal nuestro presente y a planear mal nuestro futuro
Ayer, con el último desfile militar del presidente López Obrador, cerramos el ciclo de las fiestas patrias, unos días en los que sale a relucir nuestro espíritu nacionalista, comemos tamales, pozole, tostadas de pata y tinga, y escuchamos canciones clásicas como La bikina, Sones de Mariachi, el Huapango de Moncayo, o si nos queremos ver más modernos México en la piel de José Manuel Fernández Espinosa.
Aprovechando el llamado mes patrio, permítanme compartir compartir con ustedes, estimados amigos, algunas preguntas que me he hecho a lo largo de mi vida, y hecho durante mi carrera en los medios de comunicación: ¿Qué es ser mexicano? ¿Somos mexicanos por nacer en México?¿Qué ha definido nuestro carácter?
Buscando respuestas me encontré el podcast de Maricela Salazar, una muy querida amiga, en el que, sin querer queriendo, da respuestas a las preguntas del párrafo anterior:
“Siempre he dicho que soy totalmente mexicana, porque lo soy. Nací y crecí en la Ciudad de México, mis padres también, mis abuelos también, mis bisabuelos no tanto, pero para mí eso que conocía era ser mexicana. Pensaba que mis amigos y amigas también eran totalmente mexicanos porque habíamos nacido en México. De lo que no me había percatado cuando era niña era que yo, y todos esos niños, estábamos cruzados por múltiples identidades que nos daban un carácter particular. De pronto me di cuenta de que eso que era para mí el corazón mexicano tenía un poquito de náhuatl, porque me gustaban los apapachos; un poquito de maya, porque me encanta la cochinita pibil; un poquito de tepehua, de Pisaflores, Veracruz, de donde era Lucía, que nos cuidaba y estaba 24 horas ahí. Y un poquito de Francia, un poquito de Italia. Muchísimo de España, de la España madrileña, pero también de la España andaluza. Un poquito o un mucho de Asia, de África y de muchas otras realidades”.
Pero para Maricela definir la identidad de cada uno de nosotros es más complejo:
“Cuando quiero desentrañar mi identidad se pone más complejo porque ahí entra mi religión, mis grupos de pertenencia, mis círculos, con la gente que me gusta ir a la ópera, mi equipo de equitación, las asociaciones civiles con las que me vinculo. Entonces mi identidad, supuestamente muy mexicana, está atravesada por un cúmulo de experiencias, de historias de símbolos, de ideas, de muchísimas partes. De tal manera que eso de que yo soy mexicana pura, o una tepehua genuina, o un franco francés, que en el imaginario pensamos como pureza de origen, pues no existe desde hace muchísimo tiempo”.
Sí, México y los mexicanos somos producto del cruce de múltiples experiencias alegres, pero también dolorosas, por lo que no me explico el motivo para negar parte de esas cosas que nos hicieron lo que somos, por ejemplo quitar el monumento a Colón en la Ciudad de México, o cambiar nombres de calles o estaciones de Metro con el argumento de hacer justicia a los pueblos originarios. Esa justicia se logra haciendo a un lado la demagogia y coordinando acciones en su beneficio.
Interpretar mal nuestro pasado nos llevará a entender mal nuestro presente y a planear mal nuestro futuro.
@mcamachoocampo