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El caso de Genaro García Luna prometía ofrecer un espectáculo superior al de quien, según las acusaciones, lo sobornaba: Joaquín El Chapo Guzmán. Sus detractores esperaban que el ex secretario federal de Seguridad “negociara” para conseguir “una sentencia menor” por delitos que han dado por ciertos y despepitara “todo lo que sabe” de supuestos, morbosos y apetitosos “vínculos” de Calderón, Peña Nieto, Mancera, Osorio Chong y otros altos ex funcionarios con el narcotráfico.

Pero vaya decepción: su circunstancial abogado César de Castro informa que su representado está más que dispuesto a enfrentar el juicio, confiado en que nada ilegal se le demostrará.

La defensa con que cuenta es coyuntural. El prestigiado bufete Quinn, Emanuel, Urquhart & Sullivan no puede asistirlo porque, como sucedió con El Chapo, cabría la presunción de que el acusado pagara con dinero mal habido (el modelo estadunidense difiere de la “defensoría de oficio” del mexicano: allá la determina el tribunal, de manera aleatoria, entre diversos despachos privados de abogados).

Por la negativa del juez Brian Cogan a posponer dos meses y conceder uno para la próxima audiencia, todo parece indicar que el fiscal Richard Donoghue, quien afirma contar con “toneladas” de pruebas, creyó tener un caso estelar con viejas y endebles narcoimputaciones y se apresuró al aplicar la fórmula lo acusamos y después investigamos (variante del mátenlo y después viriguan), y no tenía idea de los reconocimientos de las principales agencias de seguridad y del gobierno de Estados Unidos a García Luna por su desempeño contra criminales.

Mientras Cogan hurga en “documentos financieros información proveniente de dispositivos electrónicos y material clasificado” con la esperanza de hallar algo mucho más consistente que los dichos de narcotraficantes (que de configurarse, tres de los cuatro cargos ya prescribieron), o de la cuarta imputación: mentir en su solicitud para la obtención de la ciudadanía gringa porque negó tener relación con delincuentes, la defensa cuenta con varias importantes cartas de descargo. Por ejemplo, que después de que la SSP incautó 23 y media toneladas de cocaína a la banda de El Chapo (hasta la fecha el mayor aseguramiento en el mundo: dos mil 238 millones de dólares de a 13 pesos entonces), fue el Ejército, exclusivamente, quien tuvo a su cargo el combate al narcotráfico, de modo que El Chapo no habría ganado nada con buscar la “protección” de García Luna.

Y, ¡chíngale!: otro argumento para su defensa lo aportó, a finales de diciembre, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, al afirmar que hubo una “triangulación de recursos” a García Luna de algunas dependencias federales y del gobierno capitalino de Miguel Ángel Mancera.

¿Señalamiento de descargo? En efecto, pero explicarlo requiere un poco más de espacio…

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