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Según The New York Times, durante la huida el petrolero Bella 1 pintó una bandera rusa, y ahora reclama la condición de rusos para escapar de EE.UU.
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¿Qué pasará con el Tratado de Libre Comercio? El peor escenario para México incluye la combinación de dos cosas: que no haya acuerdo en las negociaciones que se realizan en Washington durante las próximas dos semanas y que Donald Trump decida retirar a Estados Unidos del Tratado. Esto sería terrible. Afortunadamente, este es el escenario menos probable: hay margen para alcanzar un acuerdo y, si no, también hay forma de que la relación comercial siga trabajando con el TLC firmado hace 25 años.

Estamos en la recta final, pero la meta no está a la vista. Las exigencias planteadas por Estados Unidos obligan a la cautela y, en más de un sentido, alimentan el pesimismo: ¿De verdad, Estados Unidos quiere modernizar el acuerdo? Por momentos, parece que no. La propuesta en reglas de origen implica mucho más que mover unos numeritos en el porcentaje del producto que se hace en América del Norte y en Estados Unidos. El gobierno de Trump busca una solución proteccionista. Pretende, además, hacer micromanagement de la industria automotriz e intervenir en la política salarial mexicana.

Hay numerosos ejemplos de gobiernos metiendo la mano en la forma en que se organiza una industria. Eso es parte de la normalidad en China, Japón y la Unión Europea, Lo que no tiene precedente es un Tratado de Libre Comercio en el que se obligue a uno de los participantes a mover los sueldos por decreto. En teoría y desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores mexicanos, suena bien que Estados Unidos presione para que se eleven los sueldos en México. En la práctica, no hay generosidad del vecino, sino todo lo contrario. Esta presión implica una exigencia imposible de cumplir: México no podría multiplicar por tres o por cuatro los sueldos de la industria automotriz en un periodo de cuatro años. Será más fácil llevarse la planta a Estados Unidos o Canadá.

México no puede aceptar la propuesta de Estados Unidos en el capítulo de reglas de origen: implicaría capitular en un punto que cancelaría el futuro de la industria automotriz de México. La crisis no ocurriría de un día para otro, pero sí en un periodo de cinco a 10 años. Por eso, la Secretaría de Economía ha presentado una contrapropuesta, donde no cede en salarios y solicita un periodo de transición de 10 años para elevar el contenido regional de los vehículos hasta 70 por ciento.

¿Aceptará Estados Unidos? Esa es la gran apuesta del equipo negociador mexicano. Hay confianza en que si se resuelven “las reglas de origen”, se podrían destrabar los otros temas. ¿Qué pasa con el resto de los asuntos? Estados Unidos ha propuesto una fórmula en la que se podría anunciar “un acuerdo en principio”, en los próximos días. Se dejaría para otro momento la definición de los detalles de otros asuntos, por ejemplo: propiedad intelectual; provisiones laborales; los mecanismos de solución de controversias, y la sunset clause, que “mata” el acuerdo cada cinco años, a menos que haya la decisión de mantenerlo.

México no parece interesado en anunciar “un acuerdo de principio”. De acuerdo con Politico, el prestigiado sitio de noticias de EU, Ildefonso Guajardo considera que se deben utilizar las negociaciones en diferentes temas para balancear el acuerdo: Cada país ganaría en unos temas y cedería en otros. El problema de fondo es que Estados Unidos no quiere ceder nada y México tiene el calendario en contra. ¿Ocurrirá un milagro?

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