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Las mujeres siguen desapareciendo, siguen siendo acosadas en las calles y en sus trabajos, siguen siendo violadas, ultrajadas, secuestradas y lo peor, asesinadas.

Son las mujeres las que siguen saliendo a protestar para recordar el incremento del número de mujeres que están siendo secuestradas para trata de personas, las que están viendo cómo sus acosadores y violadores salen libres, las que no han vuelto a ver a sus hijas desde aquella mañana que salieron de sus casas, las que recibieron un mensaje de texto anunciando que algo no iba bien y desaparecieron, las que fueron asesinadas con toda violencia por sus parejas o ex parejas, para que ninguna se olvide.

“El feminicidio es una ínfima parte visible de la violencia contra niñas y mujeres, sucede como culminación de una situación caracterizada por la violación reiterada y sistemática de los derechos humanos de las mujeres” , como lo define la antropóloga Marcela Lagarde.

Son las niñas y las mujeres que solo por el hecho de ser mujeres son violentadas de manera pública o privada y con todo tipo de crueldad.

Es aquí en México en donde asesinan a 10.5 mujeres al día, es aquí mismo en donde se nos olvidan los nombres y las autoridades dan carpetazos y dejan ir a los culpables.

Es gracias a estos “colectivos” de mujeres de todas las edades que salen a las calles es que los mantenemos más presentes, a la energía incansable de las madres que ningún día han dejado de despertar con la esperanza de saber razón de sus hijas.

Hace unas semanas estuve en Ciudad Juárez y pude escuchar el testimonio de varias madres que perdieron a sus hijas desde 1992, que después de 21 años no han dejado de buscarlas, que buscan que el rostro de sus hijas no pasen a ser una leyenda, ni un mito, sino el signo de lucha y de sonoridad.

Que sus rostros resuenen, que sus nombres aparezcan en todos los espacios posibles, porque las miradas que aún lloran cuando mencionan sus nombres y sus cuerpos ya cansados de caminar, de exigir, de no dormir siguen hablando de ellas en presente porque hablar del pasado, es afirmar que son olvido.

La fotografía de hoy es justo con una que pude fotografiar ese día en el Instituto Municipal de la Mujer en Ciudad Juárez con varias madres que nunca más volvieron a saber de sus hijas y continúan esperando al menos saber si están vivas o muertas.

Que ninguna mujer se nos olvide - img-8302-rotated
Foto de Laura Garza.

La madre que no espera y porta el rostro de su hija en su ropa, que deja volantes, que sigue preguntando y exigiendo justicia.

Las madres no se cansan de buscar y las mujeres tampoco nos cansaremos de exigir justicia por las que ya no están, por las desaparecidas, por las que no conocimos pero que su dolor lo hicimos propio.

Hoy colectivos de mujeres estuvieron frente a las instalaciones del Tribunal Superior de Justicia en la Ciudad de México para protestar y exigir justicia y seguimiento en el caso contra el abogado Daniel Vergara quien se le acusa de ser presunto abusador y acosador en su trabajo.

Las voces que gritan y resuenan reclamando justicia para Polly, la chica que fue atropellada intencionalmente, o para Diana que fue encarcelada por sufrir un aborto espontáneo en Veracruz.

También por Susana Garrido, la maestra que fue asesinada brutalmente por su expareja en la Ciudad de México. En este año los gritos con el nombre de Victoria Esperanza Salazar, la migrante salvadoreña que murió en Tulum por la brutalidad de la policía local.

Madres que buscan justicia, respuestas, señales y una mínima empatía por las autoridades que cambian cada sexenio y que las olvidan, que no las tienen registradas, que no tienen ni la más mínima idea de qué les hablan.

Los nombres están y no se olvidan. Sus cuerpos, sus rostros, sus sonrisas, la manera en que les quitaron la vida y en la que les pisotearon su dignidad al ser acosadas y violadas.

Agrego otra imagen de la fotoperiodista Sashénka Gutiérrez que sigue muy de cerca cada protesta que se planta frente a las autoridades que sean necesarias para alzar la voz por todas.

Los grupos de mujeres que salen a la calle todos los días, se arriesgan, se exponen y se la juegan para que los 365 días del año recordemos y no olvidemos que vivimos en un país en donde mañana podemos ser nosotras o nuestras mujeres.

Que no podemos agrupar los nombres en simples números y estadísticas que presentan en las conferencias matutinas.

Gracias a esos colectivos, gracias a todas ustedes que nos alientan a no quedarnos calladas desde cada una de nuestras trincheras.

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Foto: Sashénka Gutiérrez