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¿Qué hará AMLO con la reforma energética? En campaña tuvo un mensaje muy crítico respecto a esta reforma. Se comprometió a revertirla y a dar marcha atrás en la liberación del precio de la gasolina. Sus críticas le fueron rentables en la campaña porque la reforma energética es impopular. De acuerdo con las encuestas, más de 70 por ciento de la población está en contra de ella.

Como presidente, enfrentará un dilema: ¿cancelar o no la reforma energética? Echarla abajo podría entregar rentabilidad política, pero podría producir enormes costos económicos. En el corto plazo, habría que indemnizar a los privados que tienen contratos y asumir los costos asociados con la pérdida de confianza de los inversionistas extranjeros: salida de dólares y riesgos en la calificación crediticia. A la larga y en el fondo, el mayor costo sería volver al punto en el que estábamos: un gobierno sin fondos suficientes para salvar a su “vaca lechera”. Pemex, sin capacidad financiera o administrativa para reinventarse. Los consumidores, en el limbo.

Si AMLO quiere, podría revertir la reforma energética (o cualquiera de las reformas). Los resultados de la elección le dan mayoría en el Congreso de la Unión y en 17 congresos estatales. No cuenta con la mayoría calificada, pero si lo quiere, podría buscar los votos que le faltan para echar abajo la reforma energética. No tendría problemas para conseguirlos.

AMLO tendrá un poder político que no se veía desde tiempos de Carlos Salinas, en 1991. Ésa es una de las cosas que preocupan a los analistas financieros y a las agencias calificadoras. No contaban con un escenario sin contrapesos en el Congreso. No es seguro que aproveche ese poder para cancelar la reforma energética, porque no es lo mismo estar en la casa de campaña que en el Palacio de Gobierno. La perspectiva cambia.

El próximo gobierno tendrá una posición privilegiada, en el caso de la reforma energética: la administración de Peña Nieto asumió la mayor parte de los costos y entregará la estafeta en un momento en el que está muy cerca el tiempo de recoger los frutos de lo sembrado.

Esta cosecha no es espectacular, pero puede llegar a serlo porque hay 200 mil millones de dólares de inversiones comprometidas para los próximos 15 años en el sector energético. La producción petrolera ya tocó fondo (después de 14 años de caídas) y empieza a recuperarse. Las empresas privadas han empezado a hacer inversiones y generar derrama en un sector que hasta hace un lustro dependía de la capacidad de inversión de Pemex. Por derrama entiendo contratación de personal; activación de operaciones financieras; obras de construcción y trabajos en las zonas petroleras.

¿Qué hará AMLO? El dilema no sólo está en su cabeza. En su grupo más cercano hay posiciones encontradas. Un ala radical espera que las palabras de la campaña se conviertan en acción de gobierno. En este grupo de los radicales, la voz del novelista Paco Ignacio Taibo II es una de las más elocuentes. En el otro extremo, están los moderados, que esperan una solución pragmática a este dilema: continuidad en lo sustantivo de la reforma energética, con algunas correcciones, por ejemplo en refinación. El representante más visible de esta posición moderada es el empresario Alfonso Romo, próximo jefe de la Oficina de la Presidencia.

¿Predominará la política o la economía? ¿Ganarán los radicales o los moderados?