Para justificar su rastrera incondicionalidad, los senadores obradoristas que pataleaban asumieron como una “decisión de Estado” la ominosa reelección y por sobre la voluntad de Sheinbaum, qué pena, imperó la intromisión de López Obrador…
¿Alguien medianamente informado y con elemental sentido común creerá que la presidenta Claudia Sheinbaum está convencida de que la mejor persona para encabezar la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es Rosario Piedra Ibarra? ¿O dudar de que lo que hacen las mayorías lopezobradoristasen el Congreso no requiere del permiso, sino de una orden presidencial, en primera instancia, o mejor aún, del fundador y líder único del Movimiento de Regeneración Nacional?
Porque, como se ha visto, de lo que se trata es de seguir complaciendo los caprichos de quien impuso hace cinco años a Piedra: Andrés Manuel López Obrador.
La ratificación de la señora no estaba definida, porque dos terceras partes de la bancada de Morena en el Senado estaban por apoyar a cualquiera de las otras dos candidatas, pero ayer optaron por votar a favor de lo que representan: lacayismo y mediocridad.
Por la tarde comenzó a circular en redes un mensaje de la reportera Leticia Robles de la Rosa, de Imagen Tv:
¡¡EXTRA EXTRA!! El senador @adan_augusto quiere entregarle las boletas de votación para la @CNDH a todos los senadores de Morena, PT y Verde YA VOTADAS a favor de @RosarioPiedraIb.
“No es que desconfíe de ustedes, pero hay que garantizar los votos”, les dijo.
Había pedido que le pusieran el nombre a las boletas.
Insólito.
Esta segunda imposición de Piedra la resentirán las víctimas de violación a sus derechos humanos, pero quien resulta más afectada en lo personal es la presidenta Sheinbaum, porque el episodio revela que vive en Palacio Nacional, pero quien gobierna es el que habita su finca en Palenque.
El lunes, Nashieli Ramírez, segura de que sería electa para presidir la CNDH dada su cercanía con Sheinbaum desde el gobierno de la capital, se despidió del personal que la ha acompañado en su gestión en la Comisión local de Derechos Humanos, y parecía que Rosario Piedra y quienes la impulsaban estaban conformes con su sola fraudulenta inclusión en la terna.
Sin embargo, la realidad fue que incorporarla era el indicio descarado de la nueva imposición.
La semana pasada se supo que los senadores morenistas habían sido instruidos “de muy arriba” para que a Rosario se le pusiera en la terna, y la mañana de ayer cundía la idea de acatar el palomeo de Claudia Sheinbaum a favor de Nashieli.
Pues que siempre no.
Nadie contaba con que se recibirían “órdenes de más arriba” para obligar al consenso de la mayoría oficialista a decantarse por Piedra, sin importar que en el proceso de preselección haya calificado como la peor candidata e incurrido en el delito de uso de documento falso al exhibir como aval de su persona y su pésima gestión una carta supuestamente suscrita, pero negada, por el obispo Raúl Vera.
Para justificar su rastrera incondicionalidad, los senadores obradoristas que pataleaban asumieron como una “decisión de Estado” la ominosa reelección y por sobre la voluntad de Sheinbaum, qué pena, imperó la intromisión de López Obrador…