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Cuando los diarios impresos languidecían por el fuego nuevo del Internet y la falta de empresarios despiertos, apareció el presidente de México para incentivar la lectura de buenos periódicos, que, a falta de oposición política fuerte, es casi lo único que le inquieta.

La promoción diaria y gratuita a, especialmente Reforma y El Universal, puede que les espante a éstos anunciantes asustados por la posibilidad de incomodar a un gobernante autoritario, pero les garantiza más lectores y más lecturas: el sueño de un periódico.

Según el doctor Luis Estrada, el mandatario ha mencionado (en sus alrededor de 500 pláticas matutinas) 342 veces a Reforma, 106 a El Universal, 55 a El Financiero, 36 a El País de España. Anuncios gratis que repercuten en todos lados, y del presidente más popular.

El público cautivo del presidente es de 15 millones de mexicanos, que son mayormente personas de estratos económicos poco dados a la lectura cotidiana. Sin embargo, el presidente les despierta el interés más vivo por leer a los periódicos que tanto menciona.

¿Por qué 15 millones de mexicanos? Porque su techo de votantes cautivos rondó esa cifra desde que empezó a buscar la presidencia: en 2006 obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos, y en 2012 fueron 15 millones 848 mil 827.

Vino a ganar en 2018, con 30 millones 113 mil 483 votos, porque convenció quienes no lo quisieron en 2006 y 2012: lo habían considerado “un peligro para México”, y procedían básicamente de la clase media que creció exponencialmente del 2000 al 2018.

Sin embargo, el presidente es selectivo: para que se refiera a un diario tiene que ser un diario bien realizado, que publique reportajes exclusivos, con base en datos y hechos irrebatibles, comprobables, como ocurre con Reforma, El Universal y El País.

Igual con los columnistas a quienes les crecen los seguidores en las redes y las lecturas, luego de que el mandatario desmenuza sus columnas en sus pláticas mañaneras, esos monólogos que vienen de las “pláticas junto a la chimenea” que hacia Roosevelt por radio.

Es cierto que, viniendo de un presidente muy poderoso, que gobierna sin contrapesos, cualquier mención negativa puede ser veneno. Sin embargo, mientras no saca del juego a alguno, lo que provoca es hacerlos mas fuertes, buscados, exitosos, leídos.

Aunque tampoco es que no sepa que los anuncia gratis. Salvo esos casos, el presidente tiene un gran control de medios. No por gusto, de ocho contratistas del gobierno que lo acompañaron a ver a Trump, cuatro fueron propietarios de emporios mediáticos.

Además de que la mayoría de los otros dueños son, también, contratistas del gobierno en otros negocios y, por tanto, no los menciona.

Porque prefiere los que están mejor hechos.