El riesgo de solicitar una entrevista con el Presidente es… que la conceda. Tanto me decepcionó su reacción ante la pregunta sobre el gran muro que quise me dijera a la cara por qué no hizo a su indeseable y tramposo invitado un enérgico y público reclamo; por qué no reflejó algo así como Los … Continued
El riesgo de solicitar una entrevista con el Presidente es… que la conceda.
Tanto me decepcionó su reacción ante la pregunta sobre el gran muro que quise me dijera a la cara por qué no hizo a su indeseable y tramposo invitado un enérgico y público reclamo; por qué no reflejó algo así como Los sentimientos de la nación, y también decirle que, como muchos, cargo una desazón mayor a la que padecimos con la fuga de El Chapo.
Convencido de que Peña pudo, de manera implícita pero ingeniosa, decirle a Trump algo traducible como una sencilla mentada de madre y de que (siempre con lenguaje diplomático) lo echara de la casa presidencial (de paso remendaría su traqueteada imagen), a media tarde del jueves pedí hablar con él y en la madrugada del viernes mandó decirme que sí (ese día viajaría a China).
La oportunidad, pues, sería en el avión (de interiores sobrios, por cierto) que “ni Obama tiene”, pero el ruido de las turbinas impuso platicar en Anchorage, Alaska.
Esta noche, Con Puig a las Diez, lo más relevante. Y mañana en las demás plataformas de MILENIO, lo que resultó…