Elecciones 2024
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A pesar de que la columna del martes fue elogiada en mi entorno familiar y amistoso por su profusión de chistes –te salió cagada tío, me dijo uno de mis sobrinos-, hubo algo en ella que no me agradó: salió, sin habérmelo propuesto, con un tufillo a moralina. Me explico: criticar a unos señores por emplear su tiempo libre en darle alegría al cuerpo tomando tragos y retozando con las señoritas Putiérrez no es material para la crítica y menos viniendo ésta de alguien que como yo, aquí lo he dicho, fui de todo y sin medida hasta que el padre tiempo y la madre naturaleza me dijeron al unísono: ¡Ya párale cabrón! Por lo general, el consejo de salirse de la fiesta lo captas cuando después de una noche de disipación tienes que estar el día siguiente fuera de acción.

Escribí líneas arriba que no me propuse que la columna tuviera el tufillo a moralina que después de su publicación percibí en ella. Lo que sucedió es que la noticia generada por los videos exhibidos en Reporte Índigo apareció como una cantimplora con agua en el desierto; como un suculento filete en la casa de mamá Rosa; como un evento ineludible para hacer una sátira.

Porque resulta que a los que critiqué por emplear su tiempo libre en una fiesta donde había tragos y señoras de moral relajada no eran unos señores comunes y corrientes, eran diputados federales. Con una agravante, los diputados enfiestados no eran correligionarios de José María Dávila o Gonzalo N. Santos, priístas de los de que fundaron el partido y que, según se sabe al leer las memorias de don Gonzalo, para hacer política -fuera conspirar o darle “tormento a la Constitución”- se juntaban en los burdeles más afamados o mandaban traer “un canastito de putas”. Por el contrario, éstos diputados pertenecen a la fracción política blanquiazul, cuyo fundador, don Manuel Gómez Morín, calificó como “meones de agua bendita” y uno de sus ideólogos más connotados -Carlos Castillo Peraza- se declaró “pecador estándar” (cosa que a mi me suena a sólo cometer pecados veniales como comer carne en vigilia, decir mentiras piadosas o llegar a la misa dominical después del Evangelio, de follar extramaritalmente ni hablamos).

Otras circunstancias que me motivaron a reprobar a los señores del reventón en Puerto Vallarta es su pertenencia al Partido Acción Nacional, algunos de cuyos miembros cuando han sido gobernantes han prohibido la minifalda en la mujer y el que una pareja se bese en la calle. Estos mismos diputados a los que vimos felices provistos de condones y viagra para hacer cuchi cuchi -Josefina Vázquez Mota dixit- con sus amigas contratadas aprobaron dos meses después de la fiesta -celebrada en enero del 2014- la Ley General en Materia de Trata de Personas.

Pero sobre todo y eso no lo escribí por falta de espacio, la fiesta inolvidable con damiselas que sí se dejan tocar la nalga -no como la brasileña que se quejó con su novio- es el asunto económico. Un reventón de esas proporciones cuesta una buena lana. ¿De dónde salió el dinero para tamaño pachangón? Al tocar este tema es donde mi remordimiento acerca del tufillo de moralina que pudo haber tenido mi colaboración del martes se disipa. Entiendo que los panistas dispusieron para la realización de su plenaria de 1 millón y medio de pesos de dinero público. ¿En esa cantidad está incluido el costo de la fiesta? Como ciudadano exijo una explicación convincente. Ojalá, por el prestigio del PAN y para aminorar un poco el descrédito de los diputados y de la clase política en general, se le rinda a la sociedad una cuenta pormenorizada de cuánto costó el ágape y con qué dinero se pagó.

Si me demuestran, fehacientemente, que la multicitada fiesta la pagaron los asistentes, les ofreceré una disculpa por juzgar de manera escandalosa y moralizante su manera de divertirse. Para la próxima, si es con dinero de ellos, por mi que se la arranquen.

Ayer, el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, resolvió despojar de la coordinación de los diputados federales de su partido a Luis Alberto Villarreal y a Jorge Villalobos de la vicecoordinación.

También nos enteramos a través de Reporte Índigo de la presencia en la pachanga de Edelmiro Sánchez Hernández, que en el 2004 fuera detenido con un cargamento de 87 kilos de mariguana y que resultara implicado en el crimen del diputado Hernán Belden. ¿Por qué la asistencia de este individuo?

Por otro lado, ¿quién grabó los videos? Una sospecha: Tal vez Edelmiro fue el organizador del agasajo, que pagó de su peculio. Alguien encargado por él hizo las grabaciones y luego éstas fueron filtradas mediante una lana con la cual el malandrín se recuperó. O, ¿hay traidores en el PAN?

Hasta yo que soy analista político amateur deduzco que existen puntos oscuros que Gustavo Madero tiene que investigar. Están en juego las elecciones del 2015.

Si los videos hubieran sido exhibidos en febrero no se hubiera llegado de manera tan tersa a la aprobación de las leyes secundarias de la reforma energética.

OÍ POR AHÍ

Si legalizan la mariguana es posible que un profesor les deje a sus alumnos el siguiente problema: Si tengo tres churros y me fumo siete, ¿cuántas manzanas le tocan a cada unicornio?