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Primero las damas, hace muchos años me enseñaron. Pero hoy, todo es lo mismo, pero no es igual.

Como el doctor que no es doctor y espera que en Noruega le otorguen el Premio Nobel de la Paz antes del viernes 11. ¿Será doña Claudia la PresidentE Simi?  Yo me niego a creerlo. Hoy.

En la magna ceremonia en San Lázaro el día primero de octubre, predominó lo gestual. Primero el retraso de los protagonistas a escena, consecuencia de las condiciones de tránsito en la ciudad capital, a pesar de las ocasionales motocicletas de resguardo. Era previsible. Luego el desdén del presidente López hacia la presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -único de los hasta este momento iguales poderes del país- era inevitable de ese patán. El saludo de la señora PresidentE a la MagistradA Piña es plausible; y lo fue en ese momento. Otro gesto: si no se hubiese dado el trato piadoso a doña Ifigenia, que apenas pudo sostener la banda del poder en sus manos al transitar a las de la señora PresidentE, todos los participantes se hubieran mostrado como unos imbécilés.

Aún hay más: contrario a las imágenes que recordamos inevitablemente, detrás del Presidente que se fue, y de la ya PresidentE que llegó, había mujeres jóvenes de bellísimo uniforme militar. No sólo eso: cuando la ya ComandantE Supema de las fuerzas armadas salió del Congreso (los narradores de la Tele tenían instrucciones de hacerlo notar) la escolta de la bandera de México estuvo inegrada sólo por militares mujeres.  Las comisiones del Congreso que acompañaron a doña Claudia en su arribo y salida del recinto, fueron integradas por diputadas o senadoras  mujeres. Evidentemente, a petición de la mujer que hoy tiene todo el mando.

Si lo gestual no fuese suficientemente claro, el discurso de la señora PresidentE fue más allá: no ha llegado Claudia Sheinbaum al poder, dijo sin el mayestático nosotros que usó  en todo momento. Han llegado Las Mujeres. Ese memento estuvo permanente en el texto, desde el recuento histórico de las féminas mexicanas famosas hasta el mensaje final de doña Claudia.

Tengo que hacer aquí una inevitable pausa dramática y aclaratoria, que ya he hecho antes: yo, soy un orgulloso hijo de mujer excepcional, hermano de brillantes mujeres, marido de varias mujeres preciosas, padre de dos hijas que no tienen par, abuelo de niñas bellas y admirables, y que está firmemente convencido de que la enorme felicidad que reconoce y presume, toda ella, se la debe a las mujeres; muchas.

Ahora bien -y esto también lo he afirmado ante todo aquel que me quiso oir- jamás aceptaré un feminismo que sea una versión intolerante, ciega y brutal del  machismo en reversa. Mucho menos desde el poder. El ser mujer, aunque me duela, no es garantía de perfección. Especialmente en el servicio público. Yo sigo convencido de que los seres humanos no adquieren su valor como tales por lo que tienen entre los muslos, sino por lo que se almacena entre sus dos orejas.

PARA LA MAÑANERA (Mientras me definen si son peras o son los mismos olmos de antes): Mi camarada y estimado colega Eloy Garza, del diario El Horizonte, me mandó mensaje sobre mi amargado pesimismo, urgiéndome a darle a la señora PresidentE un tiempo para que se aclimate. Lo compro, Eloy. ¿Que te parecen los clásicos cien días que inventaron los gringos? A partir del 1 de octubre, cien días calendáricos se cumplen el jueves 9 de enero del 2025. Ya veremos si la señora Presidente es o no títere de Lopitos. Yo, sólo deseo estar equivocado.¿Platicamos ese día?