Las manotas de los gobernantes y el dinero sucio en las campañas continúan incidiendo en los procesos electorales (como lo enfatiza Héctor Aguilar Camín), pero voto por voto, casilla por casilla, es innegable que los resultados responden a eso que le llaman “voluntad ciudadana”. Desde el triunfo en 1997 del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en la … Continued
Las manotas de los gobernantes y el dinero sucio en las campañas continúan incidiendo en los procesos electorales (como lo enfatiza Héctor Aguilar Camín), pero voto por voto, casilla por casilla, es innegable que los resultados responden a eso que le llaman “voluntad ciudadana”.
Desde el triunfo en 1997 del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en la capital, la victoria de Vicente Fox para la Presidencia en 2000, y sobre todo la de Felipe Calderón en 2006, es evidente que las alternancias y la eficacia de las autoridades electorales hacen prácticamente imposible cometer fraudes que resulten determinantes.
Por eso es bochornoso que no solo el lopezobradorismo patalee por sus derrotas en Veracruz y Zacatecas, sino que el priismo pejee y la quiera hacer de tos en donde, simplemente, lo mandaron a volar: Aguascalientes, Durango y Veracruz primero, y después en Chihuahua, Puebla, Quintana Roo y Tamaulipas.
Y para Ripley: el victorioso y revitalizado “albiazul” se “moreniza”: gimotea por Oaxaca.
Les vale la alternancia y asoman, sin calzones, la intolerancia.