La sentencia de ayer sienta un explosivo precedente que ni AMLO ni su sucesora ni sus propagandistas calcularon al mantener una conducta complaciente y aquiescente contra García Luna
A Genaro García Luna se le sentenció sin una sola prueba de su culpabilidad.
Ni una foto ni un video ni un documento ni una cuenta bancaria ni un mensaje telefónico ni un correo electrónico ni un audio, nada conduce a los 274 millones de dólares con que sus acusadores dijeron haberlo sobornado (como tampoco a 745 millones de pesos que según el gobierno mexicano sustrajo del erario), y se ignoró que el acusado comprobó la legalidad de sus finanzas.
Su caso ilustra una de las graves deficiencias del sistema de justicia estadunidense, que asume como “evidencia” los dichos de criminales confesos, demencial insensatez que legitimaron un cándido jurado popular y el inquisitorial juez Brian Cogan.
Pese a que desde la detención (diciembre de 2019) Andrés Manuel López Obrador nunca dejó de cebarse con el ex secretario federal mexicano de Seguridad y explotó políticamente el drama, lo más delicado es que la causa penal por la que se le sentenció está viva, ya que Reynaldo, El Rey Zambada (hermano de El Mayo), en su declaración de 2015, señaló por igual a García Luna, a López Obrador, a Marcelo Ebrard y al ex titular de la policía capitalina (Gabriel Regino) de tener ligas con el narcotráfico.
La presidenta Claudia Sheinbaum calificó ayer por la mañana de “cínico” a quien por la tarde sería condenado, al comentar la carta con la petición de clemencia, cuando lo que debiera ocuparla es que cualquier mexicano puede ser juzgado bajo la misma subjetiva fórmula de tomar como “evidencia” los cuentos de sanguinarios criminales, y advertir a sus camaradas machuchones, como el gobernador de Sinaloa, el peligro de viajar a Estados Unidos.
En enero apenas, gracias al periodista Tim Golden (dos veces Premio Pulitzer) se supo que “testigos” como los que hundieron a García Luna dijeron a la DEA que narcotraficantes aportaron dos millones de dólares a la campaña presidencial de AMLO en 2006.
El reportaje se basó en una decena de entrevistas con funcionarios estadunidenses y mexicanos, escribió, aclarando que no pudo establecer si López Obrador supo de las presuntas entregas de que hablaron personajes de la estofa de Roberto López Nájera; Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; Francisco León García (Pancho León, quien ese año perseguía una candidatura para senador por la alianza lopezobradorista), los hermanos Beltrán Leyva y Sergio Villarreal Barragán, El Grande, (uno de los testigos clave contra García Luna).
Dudoso de cómo se tomaría en México el escándalo en temporada electoral, según Golden, el Departamento de Justicia prefirió cerrar la investigación.
La sentencia de ayer sienta un explosivo precedente que ni AMLO ni su sucesora ni sus propagandistas calcularon al mantener una conducta complaciente y aquiescente contra García Luna.
Día triste para la familia y los cercanos al ex secretario, día de alerta para los mexicanos expuestos a las deficientes leyes gringas y en extremo preocupante para los del primer círculo del pendenciero ex presidente…