El caso Iguala hizo que el menos referido en el discurso presidencial, el de la violencia, se convirtiera de manera súbita en tema ineludible y recurrente de Enrique Peña Nieto. Por importante que fueran otros (incluida la cruzada contra el hambre, la secuela de las reformas estructurales, las nuevas obras, la creación de empleos o … Continued
El caso Iguala hizo que el menos referido en el discurso presidencial, el de la violencia, se convirtiera de manera súbita en tema ineludible y recurrente de Enrique Peña Nieto.
Por importante que fueran otros (incluida la cruzada contra el hambre, la secuela de las reformas estructurales, las nuevas obras, la creación de empleos o la eventual captura de La Tuta), el de los asesinatos y desaparición de normalistas rurales es de los asuntos que requieren de la mayor preocupación, eficaz operación y pronta solución (cuando menos jurídica) por parte del gobierno federal.
Aclarar lo sucedido es hoy la principal razón de Estado.
Sorprende por lo mismo que se quiera sacar raja política a este drama colosal, como pretende con lujo de estulticia y estéril oportunismo la fracción senatorial del PAN, cuya dirigencia nacional obligó a su candidato a la gubernatura de Guerrero a declinar a favor de Ángel Aguirre… a pesar de que el propio Gustavo Madero (página 5 en la edición impresa) le alzó la mano a quien hoy se quiere destituir…