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Los químicos también merecen reconocimiento, me hace ver el microbiólogo Luis Esteban Toca:

“Su texto sobre los reconocimientos Hidalgo tiene una Gran Omisión con mayúsculas: la de los químicos que trabajan en el laboratorio, que obtienen muestras, las procesan y entregan los resultados. El laboratorio representa 5 por ciento del costo en un hospital, pero 95 por ciento de las decisiones para los tratamientos. Así de importante es su trabajo. Ellos se juegan la vida más que nadie, porque están en contacto con todos los efluvios humanos: sangre, orina, esputo, etcétera”.

Desde la trinchera, el testimonio de una química que no pretende recompensa y prefiere omitir su nombre:

“Es agobiante atender un piso lleno de pacientes COVID. Tienes que ir súper protegido con bata, gorro, overol, otro gorro, cubrezapatos, botas quirúrgicas, tres pares de guantes, mis lentes, goggles, mascarilla y careta. Sudas. Se empaña la visión y es difícil tomar muestras de sangre. Ayer ni alcanzaba a ver bien el bisel de la aguja ni ligar correctamente brazos de pacientes, porque los guantes y el peso de la careta, la presión de los goggles y las ligas de la mascarilla estorban y lastiman. Se dificulta dar con las venas. Llegué tranquila y concentrada con una señora. Mientras la ligaba me preguntó: ‘¿Escucha a mi hija?’. Pregunté: ‘¿Su hija también está hospitalizada?’. Me preguntó: ‘¿No la escucha?’. ‘No…’.

“Puse atención y escuché muy bajito: ‘¡Mamaaá, buenos díasss! ¡Échale ganaaas, te estamos esperandooo…!!!’.

“Quise llorar. Salí del cuarto para lagrimear y vi cómo mis compañeros iban y venían con seguridad y confianza, y en ellos me inspiré para retomar la calma y no derrumbarme. Subimos y ahí estábamos, todos pendientes. Terminamos la toma y fuimos a la zona de desinfección. Mientras pasábamos uno por uno para quitarnos el equipo, pensaba en la hija que desde afuera lanzaba porras. No solo a su mamá le daba ánimos, sino a todos nosotros, que también dejamos a nuestras familias por venir a trabajar. Tocaba mi turno de desinfectarme y, mientras me iba quitando el equipo, pensaba: ‘¿Lo estaré haciendo bien?’. Tenía miedo de hacerlo mal y contaminarme, pero mis compañeros estuvieron ahí para apoyarme.

“Todos, cuando subimos a piso COVID, vamos con la mejor cara y disposición. Con una pizca de miedo tal vez por nosotros, por nuestras familias, pero nos damos una buena terapiada y listo. Entre nosotros nos damos palabras de fortaleza.

“No sé en qué momento se va a normalizar todo. Por el momento es muy triste ver que mueren amigos, familiares y personas desconocidas. Y mueren sin compañía, porque no se deja pasar a los maridos, hijos ni padres.

“Oro por que todos mis compañeros, cuando van al ‘covitario’, regresen con bien y volverlos a ver todos los días como siempre. Oro por que nuestras familias, seres queridos mantengan la calma y sigan las recomendaciones. Oro por que el corazón de quienes perdieron a un ser querido sane y les dé la paz y la resignación para seguir…”