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El “súper” secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha acaparado desde el primer día de este mes, todos los espacios informativos del país. Claro, de la mano de Donald Trump.

El canciller Ebrard Casaubón se ha colgado una medallita al encabezar los encuentros y “negociaciones” con el equipo designado por el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y haber logrado posponer la fecha para la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se exportan al país del norte.

Qué bueno por el trabajo del canciller. Hizo lo que tenía qué hacer y seguramente no se podía hacer más dada la premura con la que se preparó la carpeta que México llevaría a la mesa de negociaciones en Washington.

El planteamiento que hizo el Presidente Trump fue, bajo la amenaza de aplicar impuestos a México a partir del 10 de junio, que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador frene la migración de miles de personas que entran a México provenientes de Centroamérica y buscan llegar a Estados Unidos.

El tema de la aplicación de aranceles –un tema de política comercial—fue convertido por Trump en asunto de política migratoria que deberá resolver México bajo las condiciones estipuladas por los Estados Unidos. Y ¡en 45 días!, de los cuales ya sólo quedan 40.

Esto es, parar el flujo migratorio proveniente de Centroamérica –521 mil en los últimos cinco meses, de los cuales 159 mil son menores y, de estos, 43 mil viajan solos– que entran por nuestra frontera sur y buscan llegar a Estados Unidos, lo que resulta ser un inconveniente para Trump de cara a la campaña para su reelección.

En 40 días se sentarán de nuevo los funcionarios de ambos países para que México rinda cuentas de los avances en la contención migratoria. La evaluación correrá a cargo, obviamente, del gobierno estadounidense y, de no resultar satisfactorias, Trump volverá de nuevo con la amenaza de la aplicación de aranceles a México.
Ahora, por decisión del Presidente López Obrador, el “súper” canciller, coordinará la política migratoria.

De un plumazo se le ha transferido la solución de este problema a la Secretaria de Relaciones Exteriores.

Mientras tanto, la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, tan sólo ha salido a declarar que los migrantes que ingresen a territorio nacional contarán con visa de trabajo y absoluto respeto a los derechos humanos.

Respecto a lo que México tendrá que asumir –por lo pronto– es el costo de construir la infraestructura necesaria para albergar a estos miles de migrantes , además de proveerles alimentos, techo, salud, educación y trabajo.

El Presidente López Obrador ha respondido que “donde come uno come un millón” … que con la venta del avión presidencial y el combate a la corrupción habrá recursos suficientes para costear esos gastos. ¡Sólo que el avión no se ha vendido!
Sí, pero ¿cuántos más llegarán y por cuánto tiempo? Difícilmente se podrán tener datos duros que aseguren cubrir esos gastos.

Ayer se levantó la voz política de la Cámara de Diputados. El presidente de esa Cámara, Porfirio Muñiz Ledo, habló y habló claro: “el Secretario de Relaciones Exteriores esta invadiendo atribuciones de la Secretaria de Gobernación en el tema migratorio”… “violando el artículo 27 fracción 33 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal”.

Y es que Ebrard no se manda solo. Ha sido el mismo Presidente de la República quien ha violentado la ley interna para dar respuesta a las demandas de Estados Unidos.

¡Y lo que falta!

Nada menos que tejer fino, una política con los países de Centroamérica, parte importante en la solución de este problema humanitario.

Estados Unidos ha aceptado, en principio, cooperar en la implementación de un seudo “plan Marshall” en el triángulo del norte de Centroamérica. Ayudar a Honduras, El Salvador y Guatemala a crear condiciones propicias para que sus habitantes cuenten con estímulos necesarios que los retengan en sus lugares de origen. Pero hasta hoy este tema no aparece en la agenda de estrategias políticas de México.

Ahora bien, las amenazas y exigencias de Trump no son lo único que enfrenta nuestro país. México está sumido en una vorágine incontenible de violencia. Se ha incrementado el número de secuestros –tan solo en los últimos cinco meses, se han registrado 1 mil 143–, siguen los asesinatos de periodistas y los feminicidios.

Las inundaciones en algunas zonas del país han dejado a miles de mexicanos en la calle, sin casa y con casi nula ayuda de brigadas que atienda este grave problema.

¡México es más que Trump!

¡Digamos la Verdad!