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Leo con estupor, aunque sin verdadera sorpresa, que el mercado de la mariguana legal en Estados Unidos alcanzó en 2014 un valor de 2 mil 700 millones de dólares.

La evolución calculada del mercado medicinal de la yerba se espera que llegue en el año 2019 a un valor de 10 mil 200 millones de dólares.

Si se legalizara en todo EU el uso recreativo de la mariguana, el valor total de aquel mercado podría ser de 45 mil millones de dólares.

Apenas sorprende la aparición vertiginosa de firmas, empresarios y directores ejecutivos que manejan empresas de producción y venta de la calumniada y exitosa yerba.

Solo en Colorado y en Washington, estados donde es legal el consumo recreativo, hay mil 215 empresas con licencia.

Un par de adelantados digitales de ese comercio, ambos menores de edad, crearon en Seattle una aplicación llamada Canary para hacer entregas a domicilio, creando la “Uber de la mariguana”. En tres meses han hecho 400 entregas y vendido 40 mil dólares.

Son unos principiantes. En 2014, una empresa californiana de entrega a domicilio llamada Eaze, radicada en California, reportó 30 mil entregas y utilidades por 10 millones de dólares.

Todo esto puede leerse en la excelente nota de Juan Carlos Ramírez y Antonio Ortega, publicada ayer en El Financiero: “En Estados Unidos la mariguana crea CEOs’. El negocio legal ascendió a 2 mil 700 mdd en 2014”.

No sé si estas cifras y estos hechos hagan sonar algunas campanillas en los oídos de nuestras autoridades de comercio, ya que no las hacen sonar en ningunas otras.

Siendo un productor histórico de mariguana de calidad, México no puede poner un kilo ni ganar un dólar lícitamente en el enorme mercado legal que se expande en nuestras narices junto a nuestra frontera.

Aquí las cosas son distintas.

Según un estudio de Catalina Pérez Correa, en el año 2012 había en prisiones federales mexicanas 16 mil 985 presos por mariguana. http://bit.ly/15my7JR. En 2013 fueron arrestados por lo mismo casi 3 mil muchachos en la Ciudad de México.

Miserable y triste yerba aquí, próspera y millonaria allá.

¿Nadie oye?

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