Qué bueno que ese homenaje a Marco, y los que deben seguir, se haga antes de su final tránsito. Que espero tarde mucho
El martes próximo tendrá lugar un evento musical popular de gran importancia. Un homenaje a la carrera musical de Marco Antonio Muñiz, luego de más de setenta años de cantar canciones románticas, a su estupenda voz, su capacidad interpretativa y tesón envidiables.
Por eso, lo que sigue.
En los últimos años, la física cercanía de funerales que se justifica por mi edad, me ha llevado a tres consideraciones importantes; fuera del mal chiste, de que últimamente se está muriendo pura gente que antes no se había muerto.
La primera consideración no es nueva para mí.
Me queda claro, desde hace mucho tiempo, que el dolor que nos causa la muerte de un ser querido es, además de esa pena, un sacudimiento de la conciencia de que solamente estamos frente a un recordatorio de la futilidad de nuestra propia existencia. Polvo eres…
La segunda, me molesta mucho.
Si yo perteneciese a alguna religión, secta, o escuela, que por lo general obligan a sus feligreses y seguidores a doblar la cabeza y aceptar los designios del ser superior, no tendría problema tan profundo como el que tienen los padres que pierden un hijo; no hay dolor que pueda compararse a eso. Si, como Job, yo pudiera reclamarle a Jehová su dios, le tendría que maldecir por la injusticia de su selección.
Supuestamente, la vida está diseñada para que los hijos demos sepultura a nuestros padres y no al revés.
La tercera meditación tiene que ver con el homenaje a Marco Antonio, a quien tengo el gusto de conocer y apreciar, no solamente su talento artístico sino su calidad humana. El martes debe estar lleno el Auditorio Nacional en las lunetas, palcos, balcones, lo que sea que puede albergar un cuerpo; a partir del proscenio y en el foro estarán voces privilegiadas, de las que no necesito hacer mención aquí para subrayar su valía, cantándole a Marco Antonio en merecido homenaje.
Hablaba yo de la tercera meditación.
Hace un par de días le hice el comentario banal a mi amada Bertha, de que a veces me dan ganas de morirme: sólo entonces surgirán voces múltiples que descubrirán mis cualidades humanas más dignas de elogio. No hay muerto malo, decía mi hermano Fernando Alcalá.
Sí, era broma. Pero lo cierto es que comenzamos a darle valor a las personas que nos quedan cerca, solamente cuando fallecen.
Qué bueno que ese homenaje a Marco, y los que deben seguir, se haga antes de su final tránsito. Que espero tarde mucho.
MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Para de hoy en adelante, como marcó línea mi querido Armando Fuentes Aguirre en el caso del Peje, hasta el último día de mayo esta nota final se repetirá. Por si se les ha olvidado, Caton todos los días en su columna, publicó que un voto a favor de Morena era un voto en contra de México.
A propósito de los comicios de junio primero, la mexicana autoridad espuria reconoce desde ahora que la participación del electorado mexicanuestro en la farsa para integrar el poder Judicial al Ejecutivo, llegará acaso al veinte por ciento del padrón.
A mi juicio, la abstención es una manifestación política confusa; a fin de cuentas un voto no emitido se asume como una apatía que apoya al sistema.
Callar es conceder.
Yo acudré a mi casilla, pero voy a anular mis votos, cruzando de esquina a esquina todas las boletas que me entreguen. Ese será un voto de repudio clarísimo.
A eso invito.