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Así como el presidente López Portillo denominó a Javier Coello Trejo, según su decir, de Coello no de López Portillo, el fiscal de hierro, yo sin más méritos que estar al corriente en mis declaraciones y pago de impuestos —que no es poca cosa— voy a designar a Alejandro Gertz Manero, “el fiscal de porcelana”. Material éste con el que están confeccionados, entre otras cosas, los más costosos floreros del mundo.

La denominación viene al caso primero, porque en esta semana uno de los temas tratados por los medios de comunicación ha sido el presunto y oneroso patrimonio del Fiscal General de la República, lo que lo transfigura en un ser de gran valor económico. Segundo, porque ya se hizo un clásico de la 4T, tildar de “florero” a aquellos funcionarios disfuncionales cuya tarea dentro del gobierno se reduce a únicamente adornar.

Se ha dicho que el titular de la FGR, adquirió en el 2014 y en el 2015, 122 automóviles de lujo con valor de 109 millones 775,339.30 millones de pesos, en su mayoría Mercedes Benz, además de un Rolls-Roice —con este vehículo don Alejandro, de 82 años, se siente identificado porque está perfectamente acabado—.

El mismo día que apareció la noticia hubo un desmentido de la Unidad de Inteligencia Financiera en el que se aclaraba que la dependencia no había emitido ningún comunicado referente al número de automóviles y a la fortuna personal de Gertz Manero. La verdad es que a mí me parecía una ironía que el Fiscal General de la República tuviera más autos de cuatro ruedas que los autos que ha presentado de vinculación a proceso.

No alcanzo a imaginar el espacio que se necesita para estacionar 122 coches, ya no digamos lavarlos, pagar la tenencia y darles mantenimiento. Suponiendo que así fuera, sería una de las causas por las que don Alejandro, según me dijo un amigo mío abogado, asiste muy poco o casi nunca a sus oficinas en la Fiscalía. Imaginémonos que tuviera tal cantidad de coches y que todas las mañanas, con la intención de partir al trabajo, se pusiera a elegir entre el cúmulo de carruajes en cuál de ellos va a trasladarse a su oficina. Cuando terminara de pasar lista a las 122 unidades y ya tuviera designada en la que iba a viajar, vería su reloj y se daría cuenta que a esa hora ya no debería haber nadie en la Fiscalía. “Iré mañana al cabo no hay trabajo urgente, la mayoría de los personajes a los que hay que girarles órdenes de aprehensión andan fuera de México” —diría—.

Pero no quiero dejar pasar la ocasión sin opinar que el fiscal lento para lo que atañe en sus obligaciones con la ciudadanía,  es raudo para las venganzas personales, a eso responde el litigio para recuperar cuentas bancarias y bienes de su hermano Federico, La querella del fiscal es contra Laura Morán, de 94 años, que se encuentra en fuga, y de su hija Laura Cuevas, presa actualmente, ambas acusadas por Gertz Manero de homicidio por no haber brindado los cuidados que su hermano de 85 años requería, motivo por el cual, según el fiscal de porcelana su hermano murió.

Aprovecho para traer aquí lo afirmado por la periodista Anabel Hernández respecto a que en la Fiscalía General de la República (FGR) con la anuencia del fiscal, trabajan siete personas allegadas a Genaro García Luna y a su banda, razón por la cual antes de que en México estuvieran los expedientes judicializados, para aprehender a Luis Cárdenas Palomino y a Ramón Pequeño, recibieron un pitazo que los hizo huir a Estados Unidos donde, para su sorpresa, los atraparon. Fueron los gringos los que metieron a Cárdenas Palomino y a Pequeño a la cárcel, aunque a éste por su apellido deberían de haberlo metido a una guardería.