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Lo primero que leí fue una amenaza: “Van contra mamá Rosa”. Comenté para mis adentros: “Qué pendejos, no es mamá Rosa, es la tía Rosa, la del rico sabor casero”. Y es que creí que la advertencia tenía que ver con la noticia de que a partir de este lunes -inicio de vacaciones escolares- salieron del horario calificado como infantil de la televisión aproximadamente 10 mil anuncios publicitarios de la considerada comida chatarra entre los cuales, es obvio, deben de encontrarse algunos productos de la marca Tía Rosa, empresa perteneciente al Grupo Bimbo, entre cuyos fundadores y accionistas se encuentra don Lorenzo Servitje, gran amigo del padre Marcial Maciel –que Dios lo tenga a fuego lento.

(Pero aquí se me ocurre un paréntesis a propósito de pum: recordarán ustedes que debido a la amistad del señor Servitje con el padre Maciel, aquél amenazó con cancelar la publicidad de cualquier producto elaborado por el holding Bimbo a aquellos medios que hicieran eco del antiguo Canal 40, donde se denunció al legionario sicópata –Sandoval Íñiguez, dixit- como drogadicto y pederasta.

Ahora, a partir del pasado lunes, no por voluntad de don Lorenzo Servitje sino por órdenes de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofrepis), no serán transmitidos en la televisión anuncios de productos elaborados por las diferentes marcas del Grupo que creara el amigo de Maciel y principal animador de la agrupación A Favor de lo Mejor.

Por cuestiones del destino –al que algunos llaman voluntad de Dios- la inmensa mayoría de los productos elaborados por Bimbo y sus filiales, además de tener un alto índice calórico, están dirigidos a los niños. Razón por la cual mi amigo, el irreverente y desalmado Andrés, en una ocasión me dijera que Maciel había hecho con don Lorenzo un pacto en relación con los infantes: “Tú los engordas y yo me los cojo”).

LA GRAN FAMILIA

Lo escrito en el paréntesis anterior es una manifestación irrefutable de que el subconsciente es más trabajador y observador que el superficial consciente que antes de saber quién era mamá Rosa ya estaba corrigiendo el supuesto error de un despistado reportero al que le achacó confundir a una mamá con una tía. Más reflexivo y responsable, el subconsciente se enteró bien que la referencia a la mamá, en este caso de nombre Rosa, no tenía nada que ver con una tía del mismo nombre y, mucho menos, con hacer pan dulce, galletas y tortillinas –de estas últimas no está muy seguro.

Una vez que mi consciente y mi subconsciente pudieron concentrarse en el caso, procederemos ambos a dilucidar de qué se trata la noticia surgida súbitamente este martes –ayer-: La casa hogar La Gran Familia, situada en Zamora, Michoacán, fundada en 1947 por Rosa del Carmen Verduzco, mejor conocida como Mamá Rosa, fue cateada en un operativo implementado por la Policía Federal y por elementos del Ejército. En la acción fueron rescatadas casi 600 personas, entre ellas 462 menores de edad, que estaban privadas de la libertad y estaban sometidas a abusos sexuales y psicológicos; vivían entre plagas y se les alimentaba con comida en estado de descomposición. (Aquí descubro por qué mi subconsciente relacionó a dos michoacanos. A Maciel, al que le gustaba le dijeran Mon pére –padre mío- y a la señorita (¿?) Verduzco a la que le gusta le digan Mamá Rosa).

El procurador general de la República, Jesús Murillo Káram, expresó que el cateo que se realizó en la casa hogar tenía como objetivo el rescate de cinco niños cuyos padres denunciaron que se les impedía ver a
sus hijos desde hacía más de un año. Así fue como dieron con las víctimas –entre las que se encontraban seis bebés, 278 niños, 174 niñas y 138 mayores de edad-, que eran obligadas a trabajar, no se les permitía salir y se les exigía pedir limosna. (¿Si no podían salir a quién le pedían limosnas? ¿Entre ellos mismos?).

A partir del operativo en la PGR declararon también 10 padres de familia en calidad de testigos, a quienes se les permitía ver a sus hijos sólo cada cuatro meses, bajo estrictas medidas de vigilancia para impedir que las víctimas revelaran los maltratos de que eran objeto. ¡Mecachis! Veo por desgracia que en nuestro país el atole es cada día más espeso. No sólo el que nos dan con el dedo sino el que corre por las indolentes venas de paisanos que todo lo permiten. ¡Coño! Si a mí sólo me dejan ver a mi hijo cada cuatro meses, además de hacer las denuncias ante las autoridades correspondientes voy a la casa de La Gran Familia (¿michoacana?) y se las hago de jamón: rompo vidrios, apedreó puertas y miento madres.

Para documentar nuestro surrealismo, en Internet he visto fotografías de Mamá Rosa con el ex gobernador Leonel Godoy y un sacerdote, así como con Felipe Calderón y Margarita Zavala. ¿Cómo es posible que ninguno de los recluidos a los que sólo cuidaban, según la información, nueve guardianes, no haya aprovechado esas ocasiones para atreverse a gritar una queja?

Por lo demás, asómbrese: en la página de Wikipedia referente a Zamora, Michoacán, usted puede leer el nombre de Rosa del Carmen Verduzco junto al de Rafa Márquez y al de Marta Sahagún, entre otros, como personajes ilustres nacidos en la ciudad.